Cosedora sin dedal cose poco y cose mal. En sólo una frase y si la transportamos al ámbito profesional de cualquier actividad, se resume la elección de maquinaria, útiles, herramientas, enseres, preparaciones o cualquier otro extremo implicado en la consecución de un objetivo laboral, ya sea un producto, un servicio, una obra de arte o una tortilla de patata. Asevero con firmeza que Rafa Nadal se hubiera llevado a Manacor los catorce Roland Garros aun jugando con una raqueta de plomo, pero puesto a elegir es bastante probable que se quedara con su actual artefacto de grafito, previo pago de los trescientos y pico aurelios que cuesta el artilugio (a él, no). Y es bastante normal que cualquier letrado en cualquier arte cuente con las mejores armas a su alcance y dentro de sus posibilidades. Pero en muchas o tantas otras ocasiones no depende de dinero la cuestión. La organización o diseño de determinados protocolos pueden dar como resultado el completo desastre o el mayor de los éxitos (pongamos como ejemplo en hostelería el/la mise en place). Incluso en el propio diseño decorativo de los locales pueden surgir complicaciones técnicas y prácticas, insalvables una vez ejecutadas, por el simple hecho de una distancia no considerada o por los cojones toreros del decorador no profesional en barismos y restaurantismos que echa por tierra, de antemano, la posible ejecución «normal» del arte que se representa en la barra de un bar. Creo que hoy no da para más el tema y se entiende meridianamente, por eso lo he elegido. Así aprovecho para lo que es de ley que es dar todas las enhorabuenas habidas y por haber a los organizadores del Festival Palencia Sonora. Lo que han conseguido, han moldeado y han esculpido a cincel grande y pequeño para nuestra ciudad debiera ser estudiado en las escuelas del buen gusto, la creación de marca, la profesionalidad, la perseverancia, el esfuerzo, la generación de economías y… lo más de lo más, la creación de un férreo sentimiento colectivo que trasciende la altísima calidad musical que ha inundado y enriquecido nuestras calles, parques, paseos y plazas. Así lo desarrollaré, si me permiten, en la próxima quincenal cuando recabe todos los datos. El Palencia Sonora bien merece una columna… o un millón. ¡¡¡ Enhorabuena !!!