Se me antoja imperativo denunciarlo. La alarmante degradación del respeto interpersonal se ha plasmado en un episodio que, tristemente, ejemplifica el lamentable estado de las relaciones en los entornos digital y presencial. Recientemente, un individuo que ostenta el título de influencer ha decidido expresar cómo defecaría sobre la progenitora de alguien, no sabemos muy bien de quién, a la que además le ha otorgado alegremente y de manera tácita el título de meretriz, o sea que se ha "cagado en su puta madre", fíjense, por una alarmante insatisfacción con la calidad del café servido en un establecimiento hostelero. Este hecho no sólo evidencia una falta de modales total y absoluta, de esos que te tienen que enseñar en casa y que has de llevar en la mochila, que en este caso entendemos vacía de tales valores; no sabemos si por la carencia de figuras referentes en la niñez, por la escasez en la enseñanza por parte de aquellos o por un desprecio absoluto a lo que le inculcaron, sino que además pone en tela de juicio hasta dónde puede estirarse el concepto de libertad de expresión en nuestra sU/Ociedad. No sé qué opinarán ustedes pero creo firmemente que el derecho a expresarse, incluso tratándose de una queja, no debiera amparar la violencia verbal ni mucho menos la humillación. Es más, ¿creen ustedes que es lícito emplear la influencia sobre las masas para enaltecer el insulto como un acto de supuesta rebeldía o de una taimada búsqueda actoral de autenticidad cuando el objetivo de la cámara graba o de una planeada consecución narcisistamente psicopática de seguidores a toda costa? ¿Es de ley humana ver llorar a una chiquilla por tal mezquindad? ¿No hay otras maneras más compasivas y constructivas de aleccionar? Por supuesto, lejos de valorar sus gustos sobre el café, porque cada uno somos soberanos de lo propio, y los conocimientos y términos sobre la materia que se escuchan en el audio, sin ni siquiera probar el puto café en cuestión, sí queremos que los dos palmeros que acompañan a este supuesto líder y que le jalean como perro faldero que se decía antes, tengan también su momento de gloria, que entre todos la mataron y ella sola se murió. Como si lo estuviera viendo. Y esperen a la siguiente… que vienen dos agravantes gordos…