Fue el otro día, en la Montaña Palentina, en Guardo, donde se celebró un encuentro con diferentes actores del panorama hostelero para abordar la crisis de personal en la que se encuentra inmersa la hostelería. La palentina, en particular. Porque en el candelabro nacional de titulares de telediarios e informativos está el asunto. Camareros, hosteleros, políticos, centros y empresas de formación, entidades de integración… y, lógicamente, puntos de vista, muchos, que son desde los que se conforma la pescadilla que se muerde la cola. Esa que lleva unos cuantos años en la recámara, que ya no cámara, y que nos da los buenos días al entrar en la pescadería y ya es atrezzo de diario. Lo que ocurre es que el tiempo ha pasado y la pobre pescadilla también ha cambiado. Porque han cambiado los hábitos de las personas; por el propio avance de la sociedad cuya deriva es en la que andamos y que se ha visto acelerada por una época de pandemia que no ha hecho más que evolucionar la percepción de los descansos, del tiempo libre y de ciertas necesidades que antes eran imperdibles por imprescindibles y que hoy ya no lo son tanto. Algunas, ni lo son. Y, ojo, que estamos de acuerdo en que a la calidad de vida es adonde tenemos que tender, y eso es bueno para la sociedad. Pero hay varias constantes en todo este asunto y una de ellas, quizá, se lleve la palma. Y es que la hostelería es un sector que cuando más duro trabaja es cuando los demás descansan, celebran o disfrutan. Que los fines de semana, puentes, fiestas y veranos son el culmen del jaleo. Y que detrás hay personas que, por nuestra salud mental y el bien de nuestro trabajo y de nuestros clientes, debemos asumir que en esos fines de semana, puentes, fiestas y veranos puede que nos toque servir y no ser servidos. Y si estás, estás. A partir de ahí, toda mejora en condiciones y conciliación será bienvenida. Y se va avanzando. En ambos lados hay buenos y malos, como en botica. Cada vez vale menos eso de «ten buenas condiciones y encontrarás buenos profesionales comprometidos», porque es cierto que multiplica las posibilidades, pero no es la panacea. Allí hubo un testimonio empresarial, de empleado y empleador. Y hay muchos. Seguimos en la próxima. Buen fin de semana, queridos lectores.