Cada maestrillo tiene su librillo y como el balón es de Pepito pone las reglas, porque en su barrio juegan así. Y tú, qué le echas al guiso para que esté tan rico… me imagino que sea comino, me juego una cena. Porque de lo que dijo Diego a lo que dije que dijo, como el teléfono escacharrado cuando llega al repetidor, que es más cabroncete y ya se sabe la jugada para echarse las risas con el cigarro en la oreja. Sí, sí… que me lo ha dicho mi vecino. Además, éste lo sabe de buena mano porque conoce a un amigo de la prima y algo parecido le han contado en la frutería. Así que, seguro. Seguro, seguro. No le has notado raro, además… va a ser eso.
Porque cuando uno escucha y toma nota, otro pasa el encargo, otro más prepara los fríos y otro cocina lo de plancha, fríe lo de freír y sirve los guisos, pero que salgan hirviendo con lo demás, pero que todo desfile a la vez porque otro emplata, otro recoge pedido, u otros, y llevan a la mesa el asunto… como la comanda no esté clarita, se recite con claridad, claramente se escuche y clarísimamente se marche con clarividencia meridiana, fíjense, aun estando los engranajes bien engrasados, el castillo de naipes puede venirse abajo.
Mesa cinco, seis comensales. Cuatro entrantes, tres para compartir y uno para el segundo por la izquierda, plato único y lo quiere al principio que tiene prisa. Dos de solomillo de ternera, uno muy poco hecho y otro como una suela «así me ha dicho», el primero con ensalada y el segundo con patatas fritas y sin los pimientos, una de rodaballo para compartir y una ensalada de la casa que salga con los segundos al centro y otra para el que queda, que también será plato único. Una de patatas fritas a mayores. El sirope de la tarta de queso, aparte, y el arroz con leche sin canela. Y no sigo, ya lo ven ustedes.
Dimes y diretes, los justos. Medias palabras para el cuello de la camisa, ninguna. Y si aquí no la cantamos y la vamos dejando en orden de llegada… con más razón. Que lo he visto hacer. La importancia de las comandas, de su redacción, estructura, cántico y transmisión es vital para que un servicio marche como ha de marchar. Manías, gustos, necesidades, alergias, circunstancias…
Tiene mucha miga la cosa… más que una panadería.