Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


Moscas

28/10/2023

Si es una una, pues detrás de la oreja. Es la que te susurra en versión barata de Ángel de la Guarda, diciéndote que no te fíes, que por ventura aparques tal gesta porque pudiera dar al traste con tus nobles propósitos. Pero si lo que buscas es matarlas a cañonazos, mejor dejarlo para otro día, que no merece la pena utilizar recursos innecesarios para resolver problemas nimios. Claro que, peor será que se vuelva mosquita (mosquito es otro tema) muerta, que, aun estando muy viva, se volverá zalamera y recubierta de gran bondad para despacharte con cuchillada trapera de sangre hipócrita. Tela lo que lleva dentro de sí el lenguaje, tan rico para etiquetar y adjetivar lo que en apariencia parece otra cosa. Conviene, dice Tiburcio, tenerlo claro, precisamente por si las moscas, síntesis de por si acaso y así curarse en salud, que bien sabido es que más vale prevenir que ver tu cabeza rodando por la ladera. Gestiones que uno debe practicar y llevar a cabo, faltaría más, sin mosquearse, que de hacerlo entras en una espiral sin fondo que terminará arrastrando al lugar más deseado por las susodichas. Ahora bien, a juicio de nuestro amigo, lo peor que puede ocurrirte es que te toque la comúnmente conocida como cojonera o que te revolotee por el cocote el moscón de turno -sin oficio-. Si ambas variantes confluyen en una, date por tocado y hundido en la miseria. Por eso hay que mantenerse fuerte y aplicar el insecticida -que duerme y relaja- que todavía siga siendo legal. Y si no quieres contaminar, lanzarte con denuedo a la paleta de toda la vida. Por supuesto, sin testigos que puedan alterar el relato de la verdad verdadera. Lo digo, comenta el ínclito, por si las ídem y porque en boca cerrada ya se sabe. Comentarios de media mañana para que el tiempo fluya, como quien ve la vida pasar cazando las mencionadas, sin que le pique ninguna y sacudiendo alegremente, como vareando un colchón de lana merina. Con todo, no afloja y me toca a mí tirar uno de diez euros para comprar un poco de café. Para todos los presentes, en ronda barata, para planificar otra aventura de expresiones con la que hacer más llevadero un otoño que deja caer las hojas. Incluyendo las del taco y un tal San Narciso que obró milagro con intríngulis. 

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