La balea, que es una escoba para barrer las eras y el corral, proviene del baleo, una planta dura y espinosa que aparece en el Diccionario de la Real Academia. Vielba recoge para su libro una de las frases que pronuncia un vecino de Rebanal de las Llantas: «Los que llevaban más cosas eran los de Rebanal, pues vendían puertas, escaleras, cambas de haya y baleos de abedul...». Pese a que los he visto trabajando, mismamente donde Gabriel González, apodado «el dios de la Pernía», como en sus ratos libres, con una ganzúa iba confeccionando cosas y, aunque ahora es habitual ver cómo la gente joven, el último fin de semana de julio, expone sus trabajos en la feria de artesanía de Cervera, nuestros artesanos siguen recuperando a su manera objetos y utensilios que formaron parte de la vida de nuestros pueblos. Para los de Menaza, la barrujería era el residuo de la leña y la basna es un término muy utilizado en todos los pueblos. Se abasnaban los prados utilizando ramajes de espino entrelazados, cargados con peso, lo que por ejemplo servía para endurecer el piso de las eras donde se trillaba. Mi buen amigo Herminio Revilla, que dedicó su vida a los inventos, inventos y fórmulas que, tristemente, desconocen muchos de sus paisanos, muestra bien en su Museo de Villabellaco lo que es batanear: batir o golpear el paño en el batán para desengrasarlo y enfurtirlo. En Triollo sabían bien que los molinos eran artefactos indispensables para moler los granos, trabajar algunos metales y batanear lanas, paños y pieles... En Pernía se hablaba entonces del batidero, un tablero inclinado sobre el que se golpean los haces de centeno para desgranarlos. Antiguamente, en algunas casas, una vez que el trillo lo había sobado bien, se ponía debajo del colchón de lana un jergón, elaborado con paja de centeno o de maíz, fórmula que al decir de las gentes disimulaba mejor la lana y ayudaba al descanso. Cuando la paja se iba moliendo con el uso, lo quitaban y colocaban otro nuevo. En un artículo publicado hace años, recordaba cómo los vecinos extendían sobre un tablero la lana y lo golpeaban con una vara de avellano. El jergón, que también es una piedra fina utilizada en bisutería, era para nosotros un colchón de paja, esparto o hierba, aunque en ocasiones con ese término se definía también el vientre o la tripa.