Hace algunos meses conocí a José Ramón García, un emprendedor que vino a establecer su segunda residencia en San Salvador. Su inquietud le lleva a refundar, junto a otros vecinos, la Asociación de La Pernía, con la idea de llevarla lejos, dotarle de unos mecanismos que no le hicieran perder su esencia a las primeras de cambio. Pero esto de las asociaciones es muy complejo, por fácil que parezca. Y no tiene largo recorrido, porque implica compromisos, gastos, desgaste físico y emocional y poco ayuda por parte de socios y vecinos. No es apuntarse y aquí me las den todas. Que es loable, que es aceptable, sin duda; incluso, necesario. Pero, ni independizándose económicamente, como él sugiere, se lograría mantener más allá de un tiempo prudencial. En esos planteamientos, con esa independencia se pretendía una feria de la cerveza en La Pernía que hubiera dado un buen meneo al contorno, amén de abrir aquí un acontecimiento atractivo, con ingresos para la Asociación e ingresos para el municipio para levantar un turismo a falta todavía de iniciativas que muestren los valores de estas tierras. Como ocurre con los emprendedores de corazón, José Ramón ya había adelantado dinero de su bolsillo para crear el logo marca, cartelería, merchandising... Había remitido el proyecto buscando la participación del ayuntamiento, que le ofrece el terreno, el uso de los baños y la instalación eléctrica, pero no la distribución a las casetas, por lo que entiende que no tiene sentido arriesgarse a sabiendas de que las primeras convocatorias no tienen garantizados los ingresos. Me adjunta el cartel preparado por una pequeña y reconocida empresa de diseño gráfico que podrán ver, con los cambios oportunos, en la primera convocatoria que se celebrará en Cervera los días 12 y 13 de octubre, con la colaboración del Ayuntamiento, que ha puesto buena cara, porque hay que reconocer que su alcalde no deja pasar una oportunidad para llevar cultura y espectáculo a su pueblo. «Hace poco me dijeron que hay países fallidos, como Haiti, y municipios fallidos, como La Pernía. Me impresionó el fatalismo. Personalmente creo que se pueden remover conciencias e iniciar un cambio sin agredir a lo ya existente en ganadería y hostelería». Pero ese es uno de los viejos cuentos que no terminan de encajar aquí. Y no termina bien porque cada parte se aferra a lo suyo como si se lo fueran a quitar. No hay consenso de gremios. Nadie lo va a tener fácil si busca ayuda económica para un evento, aunque como las distintas ferias que se celebran y se mantienen en el municipio a costa de mucho más dinero, sirvan para convocar a tanta gente que viene desde todos los sitios y ayuda a mantener costumbres y tradiciones en esta parte de la montaña palentina.