Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Deber cumplido: buen pastor

14/12/2023

De nuevo, desde el año 1963 en que llegué a Cubillo de Ojeda para estrenarme en una profesión que -desde pequeña- amé y en la que me sentí realizada como trabajadora en uno de los ámbitos que considero, desde siempre -acto necesario y de entrega a la sociedad- como la labor de un sacerdote y un médico, entre otras muchas que son vividas personal y vocacionalmente. Vamos a conocer a un nuevo obispo en nuestra querida ciudad. Y deseo, por el sereno cariño y respeto a la amistad que me brindó, dedicar esta columna a Manuel Herrero Fernández, nacido en Serdio-Val de San Vicente; nuestro obispo, hombre cercano, inteligente, sencillo, amable, que supo, desde el principio -como buen Pastor de almas-, atraerse a su rebaño más o menos desperdigado; es cierto que los tiempos no acompañan para la devoción profunda y nuestras iglesias, salvo excepciones, se quedan vacías de jóvenes. También escasean quienes, almas piadosas que no dejaban de cumplir sus sagrados deberes y, ahora, por problemas de la edad, apenas salen de sus casas familiares, o son atendidas en residencias que, si no persiguen el lucro a toda costa, se convierten en lugar cálido, indispensable ayuda para que los hijos puedan seguir, tranquilos, trabajando. Tuve más relación con quienes fueron obispos durante más de 18 años en que fui vocal de Cultura y Patrimonio de la cofradía del Dulce Nombre. Reuní 50 obras, colgadas en sus paredes. Conservo vídeos, uno de Carlos Bravo, amigo; otros, de exposiciones realizadas, incluso cuando yo dejé la cofradía. Vaya mi agradecimiento a los pintores -generosos-. Hoy, sus niños acompañan al Niño del Dulce Nombre. Don Manuel: gracias por sus detalles para con Marcelino y conmigo. Gracias de corazón por su sensibilidad al marcarme el camino de aceptación de su pérdida con cálidas palabras. Gracias porque lo eligió  para que su voz llenase de júbilo la ceremonia de los setecientos años de nuestra catedral. Gracias por confirmar en la fe de Cristo a mis nietos Jimena y Alonso. Gracias por acompañarme en la presentación de mi libro Del viento y otras voces  a favor de la Fundación San Cebrián…Son muchos recuerdos. El tiempo de su jubilación, con el DEBER CUMPLIDO, bien cumplido, se acerca. Le deseo lo mejor. Lo merece. Un abrazo sincero.