Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Por y para qué viajamos

12/09/2024

Sentimos necesidad de tomarnos un descanso y solemos elegir un lugar que deseamos conocer o, aunque sea conocido, nos proporciona calma y bienestar, en una palabra, logramos el objetivo que, por regla general, suele, al menos eso esperamos, reintegrarnos al puesto de trabajo con energía renovada. El descanso es un derecho. Algo que los patronos deben respetar. De lo contrario se verán convertidos en personas insensibles que buscan ser cada día más ricos, sin importarles romper las reglas y convertirse en explotadores. 
A pesar de que no veamos sus caras, sí leemos y oímos casos de explotación cuando el trabajo abunda o, por ejemplo, en los invernaderos donde la fruta es recogida por emigrantes que, muchas veces, aguantan porque necesitan enviar dinero a sus familiares. ¿Imaginan el cansancio de soportar elevadas temperaturas y cosechar a toda mecha porque los objetivos están marcados y cuanta menos mano de obra se contrate, mayor será el beneficio? ¿Nos hemos preguntado alguna vez en qué condiciones descansan durante la noche y si tienen posibilidad de interrumpir la labor para beber agua, por ejemplo, o estirar los músculos que, en determinadas posiciones, se agarrotan y producen insufrible dolor? Creo que, al tomar esos deliciosos frutos que deleitan nuestro paladar, no pensamos en algo que puede entristecernos. 
Hay, sin embargo, otra clase de viajes. Nuestro Papa Francisco, a pesar de la edad, de su estado físico, de sacrificio voluntario, ha emprendido del día 2 al 13 de este mes un largo viaje que lo llevará a Indonesia, Papúa Guinea, Timor Oriental y Singapur. ¿Viaje de placer? No, por supuesto. Nuestro Pontífice tiene razones de peso para emprender ese lejano recorrido: El amor que le nace del corazón y la compasión. Virtudes devaluadas en tiempos donde el hedonismo campa a sus anchas e inunda la sociedad del bienestar. Los habitantes de esos lugares son, en infinidad de casos, seres pobres, necesitados de esperanza y ternura frente a la indiferencia de los ricos de aquellos países. Pensemos. Ambas, son dos buenas razones para viajar y acercarse a esos países. Podemos adivinar la admiración que el viaje despertará. Y el regalo de su dulce sonrisa. Deseo al Papa un buen descanso después de su esfuerzo.