La realidad nos implica y compromete a todos, cada cual desde su situación y quehacer cotidiano. Absoluto respeto a la diversidad, mediante la promoción de la alianza y el compromiso con el hábitat que nos circunda. Obviamente, tenemos que sustentarnos entre sí, a través de una mirada integral, aparte de cultivar el buen ánimo sin distinción alguna y engendrar otro espíritu más armónico, para que nadie se sienta excluido o favorecido por su identidad concreta.
Lo importante es estar ahí, en todo momento armónicamente coaligados, aportando aliento, un trato justo y equitativo. Por otra parte, tenemos que despojarnos del aluvión de inhumanidades que nos circundan, de la deshumanización que nos acorrala, de la brutalidad de los conflictos; y, en su lugar, hablar de concordia, que es la verdadera expectativa de las personas con alma; fecundas en el diálogo, en amistad y en proyectos de bien.
Solemos quedarnos cortos en los apoyos, a pesar de que nuestras sociedades mundiales están profundamente interconectadas. La desgana nos está impidiendo aprovechar nuestra interdependencia, así como nuestras variadas capacidades, para hacer frente a los numerosos retos que se nos presentan a diario. Desde luego, la acción colectiva es un fracaso total, cada ser se mueve en su terreno y con los suyos.
Tenemos que fraternizarnos. Por desgracia, impera en todo el mundo una polarización política y social, que supone una grave, gravísima, amenaza para nuestro bienestar y seguridad. El futuro es compartido, o no será futuro para nadie. Además, el espíritu cooperante tiene que ser auténtico, no interesado, para que se produzca un desarrollo sostenible, un medio ambiente limpio, un planeta habitable, seguridad, protección y dignidad para todos.
Indudablemente, este fuerte virus de individualismo que padecemos, tremendamente globalizado, todo lo debilita y desestabiliza, lo confunde y lo desnaturaliza, comenzando por los vínculos familiares y terminando por la acción comunitaria. Cuesta entender, por consiguiente, que la carrera armamentística prosiga en alza, que reaparezcan los enfrentamientos nuevamente, cuando lo que necesitamos es estrechar lazos de unidad y unión, para sobrellevar las cargas.