Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Peñalba de Santiago

20/10/2023

Al regreso del último viaje por Galicia me detuve en El Bierzo. Cuando entré en Ponferrada el último miércoles de junio, lucía un día espléndido. El navegador se había vuelto loco y me hizo dar dos vueltas que no estaban en el trayecto. Me detuve y le pregunté a un lugareño por Peñalba de Santiago. Me imagino que eso era lo que hacía la gente viajera antes de que existieran estos aparatejos que te traen y te llevan y te meten a veces por lugares inhóspitos. El hombre me señaló los montes y me aseguró que estaba cerca. No hizo alusión a la estrecha carretera ni al último kilómetro con una rampa que impone, la misma que los anacoretas decidieron seguir para montar allí su monasterio.
El viaje a Peñalba de Santiago es una auténtica invitación a un lugar que solo habita en la memoria, en las leyendas, en los cuentos. Historiadores y etnógrafos que los presentan al mundo, hacen alusión a los montes Aquilianos, considerados ya sagrados desde tiempos remotos. Con toda esa carga de predicciones y bonanzas, lo miras todo con otros ojos, no sé, esperando un milagro, algo que te confirme las excelencias que con tanto énfasis pregonan los lugareños y visitantes. Investigadores de la Universidad de León llevan años trabajando en aquella zona, declarada ahora por las autoridades mundiales de Biología, kilómetro cero mundial de varias especies de flora endémica, es decir, especies exclusivas que solo viven en este paraje y en ningún otro lugar del mundo.
Mientras me dirijo a Peñalba, voy mirando los valles, a lo lejos, pequeñas aldeas por el camino que ya te dan idea de otra historia que nada tiene que ver con lo que has visto hasta la fecha. Pero la curiosidad es lo que mueve a la gente, de manera que los que viven allí se sienten cada vez más agobiados con la llegada de los turistas que vienen a remover aquel silencio. Cuenta un diario de León el tremendo caos que se produjo hace unos días cuando llegaron al pueblo más de 1.000 personas con lo que aquello implica: la dificultad por la pendiente y nadie que regule el tráfico. Es la parte que no vemos, el ruido, la invasión de un espacio donde el protagonista es el silencio. Pero es uno de esos lugares que tienes que ver una vez en la vida.