Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Yo sí lo creo

01/02/2024

En el supermercado, nos congregamos las personas ante las diversas variedades de fruta que aparecen a disposición de quienes, en ese momento, hacemos la compra. Miramos. Comparamos los precios. Me conviene, la llevo. Paso de largo. O, tal vez, vuelvo atrás y tomo la que pensaba dejar. Nos cruzamos, indiferentes unas y otras. Seguimos nuestro camino. No nos conocemos, no es preciso saludar a nadie. Basta una mirada o una sonrisa. Es necesario tomar fruta, claro. ¿Recuerdan aquel consejo? Al menos, en las comidas principales. 
La fruta es sana. Aporta vitaminas que permiten sentirse con más ánimo y que, por supuesto, son imprescindibles para estar sanos. Se hace tarde y volvemos a casa con carne o pescado, o ambas cosas para no tener que volver al día siguiente al supermercado porque perdemos tiempo. Tomamos unas servilletas de papel si no las usamos de tela. Cogemos una barra de pan. Pasamos por caja: cuarenta euros con cuarenta y nueve céntimos. No sé si ustedes pensaron lo que me vino a la mente: el Gobierno aprobó un cheque de 200 euros para adquirir alimentos frescos tan necesarios sobre todo para los niños. Se beneficiarán  con esta medida, de veras importante, 4,2 millones de hogares. Pero ¿solo hay ese número de familias necesitadas de ayuda? Es posible que haya más, muchas más.   
Evitar las llamadas colas del hambre, es  digno, buena idea. Los niños necesitan una alimentación completa y, si a esa ayuda, que aún no cobran, añadimos uno u otro tipo de, digamos subvención, quizá puedan llegar a fin de mes. Muchos levantarán su voz diciendo que no es justo porque van a tener preferencia los hogares con hijos. Ayer, domingo, vi a un señor, muy mayor: sujetaba la tapa de un contenedor mientras, con la otra, rebuscaba dentro. Por la tarde, hacia las seis, una pareja, de mediana edad, en los que están situados dirección Palencia, pasada la gasolinera de San Antonio, reunían objetos que guardaban en una bolsa de plástico grande, elegidos entre los que alguien había dejado fuera de los contenedores. Las familias necesitadas son muchas. Yo sí lo creo. Y volví a la situación que se está viviendo estos días en lugares donde la guerra no cesa y en los que salir a comprar puede significar no volver a casa con vida. Alto el fuego.