Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Cómo decirte que ya no está

28/12/2023

Te comunico amigo, Ángel García López, una mala noticia. Marcelino nos dejó el 7 de abril de este año 2023. Debería haber contestado cuando, a primeros de otoño de este mismo año, nos enviaste a casa tu Antología: Luna del Verbo. Leo tu dedicatoria, dice así: «Para Marcelino García Velasco, este nuevo libro con el que le abraza su amigo Ángel García López. Madrid, otoño 2023». Editado por Renacimiento, Sevilla, con número 133, prólogo de Ángel L. Prieto de Paula y una cuidada selección de poemas hecha por Felipe Benítez Reyes. ¡Cómo le hubiese gustado a Marcelino disfrutar de esta joya en sus manos!
No contesté antes porque he pasado un tiempo doloroso en el que día y noche se sucedían sin pausa y me era lo mismo blanco que negro, pues este desvivirme por no vivir sin él ha sido la tónica de estos meses. Sin embargo, no quiero acabar el año sin cumplir con mi deseo de darte las gracias. He leído tu libro con dedicación y calma, llenándome de esa emoción que siempre consigues a lo largo de tu magnífica obra. Marcelino hubiese mantenido la convicción de que «este chico escribe como los ángeles». Aparte del cariño que te profesaba, sentía admiración por toda tu trayectoria y solía hablar con sus amigos poetas, con frecuencia, de ti.
Y, como hago siempre, con la obra literaria -prosa o poesía- que cae en mis manos, comienzo a leerla por el prólogo. Sobre todo si quien lo firma, es el caso, sabe bien de lo que habla y me adentra en esa dimensión crítica tan personal que decido no ser única lectora, sino que me dejo guiar de la mano de Ángel L. Prieto de Paula. Nos habla de un autor «prolífico y de múltiples facetas». Hace ya tiempo, creo que en 2016, habías publicado Cuando todo es ya póstumo; en una entrevista hablabas de que «la Tristeza es lo que implica la Elegía y, en el fondo replantea la vida con una fuerza insospechable». Habías donado tu archivo a una fundación. Y quizá ponías final a tu obra. Marcelino no lo creyó. Un buen cantor está para cantar. Hoy, mi inolvidable poeta, habría sonreído y diría convencido: lo sabía. Porque eres, Ángel, un creador de emociones y que a aquella Elegía seguirían otros títulos. El oficio de poeta es vivir creando sueños para que otros los encuentren y sean felices con ellos. 

ARCHIVADO EN: Sevilla, Madrid