¿Qué es la Patria? –me preguntaba recientemente un joven curioso-. Su interpelación no me dejó sorprendido, dados los tiempos que corren en los que los eufemismos y las ultracorrecciones políticas imperan más acá del muro de lo políticamente correcto. Yo les trasladaría la cuestión a todos estos políticos de salón y escaño que tanto abundan en la viña del Señor.
¿Cuántos profesionales de la mamandurria no saben qué es? ¿En cuántos discursos y peroratas fingidamente apasionadas y vehementes suele aparecer? ¿En qué programa político electoral es esgrimida como valor y principio incuestionable? En ninguno, dentro del actual arco iris parlamentario representado por una amalgama de siglas de todos los colores. ¿Por qué?
El denominador común es la ignorancia supina, cuando no los prejuicios fatuos, triviales o insustanciales. Muchos, excesivamente acomplejados en sus posiciones ideológicas, huyen de ella como alma que lleva el diablo. Prefieren profanar, con arrogancia y altanería, su verdadera trascendencia política y su legítima consideración. Se escudan en términos como país, nación, estado o, en el mejor de los casos, en el de España. 
La Patria -con mayúscula- es mucho más que nuestra cuna o el terruño que nos viera nacer. No es una simple acepción léxica, tampoco un concepto carente de alma que se explica en las facultades de Ciencias Políticas, o que aparece en textos filosóficos o políticos. Su trascendencia y relevancia es inmaterial y material, no es una simpleza sentimental o una encendida pasión irracional. En absoluto.
La Patria es la casa común de nuestros ancestros, de nuestros contemporáneos y de nuestros descendientes. Es el hogar de todos los españoles, con su historia e intrahistoria, es decir, las tradiciones, las costumbres y la identidad permanente de un pueblo y sus gentes en un mundo cambiante y visible. Es aquello que nos une y da sentido a nuestro caminar, agradecidos y enorgullecidos de nuestra distinción ante el resto de la humanidad,  aquella por la que debemos luchar y trabajar con la mirada puesta en el horizonte con la frente bien alta.