Las controversias realmente se solventan con un espíritu neutral, especialmente en situaciones de conflictos y desastres. Desde luego, frente a este aluvión de crisis y enfrentamientos que actualmente sufren todos los continentes, en mayor o en menor medida, es de gran importancia forjar relaciones pacíficas, amistosas y de aproximación. Con razón se dice, se comenta, que no existe verdadera concordia si la realidad no se funda en el cultivo del abrazo permanente, en el que cada pueblo pueda elegir, desde la propia libertad de autocrítica, los caminos de su desarrollo solidario y auténtico.
Cualquier momento es bueno para emprender nuevos caminos que nos armonicen; y, de este modo, poder reforzar nuestra nostalgia de hermanamiento en un mundo cada vez más dividido y tenso. Sin duda, hay que tomar otras actitudes de dimensión universal, porque hemos de ser uno, aunque seamos distintos. No podemos romper los parentescos que nos familiarizan como linaje, por muchas discrepancias que atesoremos en nuestro diario existencial. Estamos llamados a oírnos y a comprendernos. Por eso, es importante entrar en sintonía, poner la escucha y responder sabiamente, ser imparcial en los juicios y ponderar las situaciones desde la prudencia.
Al final, a poco que buceemos entre sí y pongamos el talento de la verdad como horizonte, nos daremos cuenta de que en realidad todo se complementa; y, aunque pueda parecer antagónico, es cuestión de reconsiderar actitudes arrinconadas. Junto a ello, tan vital como la mano extendida es el vocablo justo en el momento preciso, esa diplomacia preventiva que debe acompañarnos siempre.
El que las Naciones Unidas se hayan comprometido a abandonar la cultura de la reacción; y, en cambio, hayan adoptado la cultura de la prevención, es un saludable camino para todos. Justo, esta mediación, es la que nos lleva a los acuerdos de paz, poniendo fin a los peligros existentes y evitando el surgimiento a la escalada de problemas nuevos. De ahí, la importancia del buen talante, para reconquistar las sensatas iniciativas de caminar unidos. ¡Qué nadie ceda al cansancio! La voluntad es la que nos transforma y nos hace superar el individualismo.