Ahora que estamos en el comienzo de un nuevo año, aunque vayamos ya camino del final del primer mes de vida de este 2024 en el que cada cual habrá puesto sus esperanzas para que le ayude a conseguir tal o cual cosa, o le eche un capote a la hora de solucionar aquello que quizá le apena y que puede que venga arrastrando del pasado; habrá sido también un buen momento para que en el brindis de bienvenida del nuevo año recién efectuado, lo hayamos manifestado y deseado muy mucho.
Poniendo de nuestra parte también todo lo necesario para que el plan o los planes por los que se ha apostado, no naufraguen porque nosotros, una vez verbalizada o simplemente pensada la petición, la hayamos dejado al albedrío de esas fuerzas abstractas que ya invocamos en nuestro brindis de saludo y bienvenida al nuevo año.
Claro que, como vivimos en familia y en comunidades próximas que juntas forman una comunidad mayor, cual podríamos decir que es el mundo, iniciado este nuevo año y a la vista de cómo está este mundo nuestro, que para decirlo bien y pronto podríamos decir aquello tan popular de que se encuentra «hecho unos zorros», en ese tan repetido brindis habrá ocupado también nuestro pensamiento un deseo más allá de lo meramente personal.
Y habremos hecho votos para que sea, por fin, este año de gracia de 2024, cuando se acaben las guerras en el mundo, esas que venimos arrastrando desde tiempo atrás, algunas un tanto lejanas, pero otras no tanto. Y es que cualquiera de ellas nos afectan de una o de otra manera; y si finalizasen, a todos nos beneficiaría en uno u otro sentido.
Todo ello, sin dejar pasar por alto que, en este sentido y mismamente a nuestro alrededor, las aguas de la política bajan muy pero que muy turbias; y muy crispadas las relaciones entre unos y otros. Por lo que el conflicto -a otros niveles que las guerras, claro- se muestra de manera evidente. Situación que, de superarse, redundaría en beneficio de todos. Algo que, sin duda, habrá sido también objeto de petición encarecida para este nuevo año.
Ojalá que al final del ejercicio, hechos los correspondientes balances, nos llevemos una o varias alegrías; ¡ojalá!.