Mañana, día de los Santos Reyes Magos, se termina la celebración de las fiestas navideñas. La Epifanía supone verdaderamente el inicio del año recién nacido con la vaga y cada vez más etérea esperanza en que nuestras vidas experimenten un cambio capaz de mejorar todo lo que nos angustia. Es tiempo de nostalgia y melancolía a pesar del jolgorio de las noches últimas que puede provocar una reacción de tristeza que nos hace añorar la calma en contraste con los excesos de estos días pasados. Y es que la obligada celebración de fiestas rodeados de familiares y amigos nos obliga a un estrés emocional que provoca fatiga y pone a prueba nuestra fe en nosotros mismos. Mañana es 6 de enero, la fiesta grande de los niños en que recibirán sus regalos con la ilusión propia de la inocencia infantil. Pronto se retirarán los adornos navideños de nuestras calles, lo que supone el retorno de la bendita rutina, que nos devolverá la calma perdida. Pero unas fiestas terminan y otras comienzan: el miércoles, 8, se inicia la absurda celebración de la muerte de un ser humano, aunque fuera un dictador como fue el General Francisco Franco. Muchas críticas ha recibido tal idea, que no creo pueda mejorar la vida de los ciudadanos, como debería ser el propósito de toda acción gubernamental. Será una fiesta muy cara, puesto que ya se ha nombrado una amplísima comisión que la organice sin escatimar gastos, sin otro objetivo que reforzar el maldito muro que divide a los ciudadanos y reabrir viejas heridas. Al margen de las fiestas, siguen llegando emigrantes a nuestras costas, ante la total indiferencia del Gobierno que no emprende ninguna acción que regule tal caos. Según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones, son ya cincuenta mil personas que han entrado de modo irregular en España y más de diez mil que han perecido ahogados en el intento. En otro orden de cosas, los funcionarios viven la incertidumbre de la precaria supervivencia de Muface, sin que se ofrezca ninguna información al respecto. Mientras tanto, dispongámonos a volver a la normalidad de nuestras vidas con el mejor ánimo. Felices reyes y buen retorno al trabajo.