En este ambiente de deformación de la realidad, que es la ideología, y de ennoblecimiento de la mentira, se abre paso una forma de entender el concepto de lo moderno. Pero, ¿Qué es un hombre moderno? Moderno es quién piensa que el espacio es una ficción del pasado. Ser moderno es vivir en el tiempo presente, en las diferencias y las modas que este tiempo encarna. Ser moderno es despreciar el espacio, los límites, las fronteras. Se desprecian las fronteras porque el único sentido que tienen es el ser traspasadas. Si lo planteamos biológicamente es el desprecio de la inmunidad, que no es más que el reconocimiento de una vida definida por unos límites circunscritos. El rechazo de la dimensión espacial pretende que todos seamos emigrantes en el tiempo, que el hombre no habite un espacio, que no tenga hogar sino alojamiento temporal.
Esta ideología de lo moderno es una ideología-caravana, es decir, que el hombre desarrolle su vida entre el apartamento angosto y el vehículo. El hombre-vehículo es el que busca estacionamiento pero no la construcción de un país, de una pertenencia, de unos apegos que nos permita ver un territorio como "nuestro". Esto tiene un efecto destructivo sobre lo positivo de una cultura y una civilización, pues de esta forma, no hay modo de desarrollar culturas diferentes a la originaria que tenga sus costumbres, sus modos de vida y su hogar. Son los nómadas del tiempo, los hijos del viento, sin raíces.
En este contexto se enmarca la inmigración. Mediante un lenguaje-marketing destinado más a oscurecer la realidad que a iluminarla, se oculta una emigración manipulada por mafias y políticos sin escrúpulos que no se asimila ni se integra en las costumbres y modos de vivir del país que los recibe. Pero una inmigración que no se asimila se llama colonización. La mejor forma de asimilación y arraigo es el trabajo y no un estado de bienestar generoso en ayudas, esta generosidad crea guetos. Por tanto, aquellos emigrantes que traspasan las fronteras deberían venir con un contrato de trabajo hecho en nuestras embajadas y consulados. Y los políticos prudentes deberían controlar la emigración colonizadora. En este caso lo moderno resulta reaccionario.