El ambiente es irrespirable. No porque no llueva. Sino por culpa de unos cuantos políticos irresponsables causantes de la destrucción de los pocos valores que quedan. Sabemos de sus aspiraciones que no dudan en airear y ¡viva el poder a perpetuidad! Qué diferencia con aquellos de la transición. Todos se responsabilizaron y todos, estuvieron a la altura de las circunstancias. Hoy, hay aprendices para los que el pueblo es mercancía caducada. Creíamos, que hicieron una Constitución para todos y resulta, que entre dos, a puerta cerrada, sin luz ni taquígrafos la destrozan a conveniencia instituyendo ocultos contratos. Y ya es hora de cambiar los términos de los que acuñaron el mensaje: «Espanya ens roba» por: «El Gobierno y Cataluña nos roba». Escuchando a la ministra de Hacienda con su increíble juego de palabras deberá ser capaz, tal lograba la maga Jen Kramer de convertir un euro en un billete de cien para que el resto de CC.AA. salgan tan respaldadas, no con un euro más del pasado; sino en igualdad a esa canallada de financiación singular, cupo, concierto o como se llame. En lo que sí ya nos han convertido es en marionetas. En Castilla y León, no nos interesa si Puigdemont juega al escondite. Lo que sí están obligados a decirnos es quién pagará los 1,79 millones de pensiones catalanas. Políticos miserables dispuestos a colocarse del lado de los insurrectos que de facto, ya son infieles a los ciudadanos que representan. Políticos sumisos, acomodaticios en los mejores términos del separatismo. Autócratas que hace que el brillo de algunos pase a la historia como una mezcla de miserables hipócritas tal parece caracterizarse la política de esta etapa cuando no deberían consentir que se desmadre ni un solo euro de más al que más tiene, ni separe una sola pulgada de territorio español. Apena ver a este Gobierno tan debilitado que deja a los españoles a los pies de los caballos. No pueden seguir transmitiendo estas batallitas de unas generaciones a otras; no es una buena herencia. Por la igualdad de todos, los líderes sensatos, deberían apartarse de esa alianza. «La Verdad es la Verdad, la diga Agamenón, o su porquero».