En Estados Unidos la cultura woke está cavando su propia fosa, se ha quedado como una ideología dentro de un pensamiento y decae cuando muere la ideología. El apoyo a los otros sexos, a las diferencias vitales, a las diversidades sociales y culturales… no hacía falta que surgiera con afán diferenciador, ni produjera enfrentamiento social, ello ha ocurrido porque el distanciamiento empujaba una posición política determinada. «Crearé el muro» dijo Sánchez. Los colmillos y el ceño fruncido de lucha de Irene Montero, ministra de Igualdad, se han permutado en la mayor suavidad del rostro de Ana Redondo, doctora en Derecho Constitucional en Valladolid y ha pasado de ser el ministerio de mayor presupuesto al peor gestionado. El mayor golpe se lo dio el politólogo defensor de la mujer Iñigo Errejón. Dice la argentina Pola Oloixarac: «El progresismo genera distintos gulags donde nadie puede pensar». Efectivamente, no es un todo integrador sino diferenciador, donde después se manda callar al enemigo político cuya teoría molesta con la cancelación y el cordón sanitario que siempre produce aislamiento. Incluso socialmente es intolerable para el político culto ¿Porqué me va a mandar callar quien no sabe hacer la O con un vaso? ¡Un Rufián mandando callar a un Rajoy!... Oloixarac tuvo que sufrir un intento de cancelación por la venganza de una antigua amiga universitaria. No tuvo que recurrir a la ficción para saber lo que sufre la persona cancelada. Oloixarac en su libro, Las teorías salvajes, estudia el efecto que las ideas fanáticas producen en los jóvenes universitarios, en general en los más sensibles y critica el mito del guerrillero heroico, dentro de una trama de amor y odio con enorme riesgo verbal. Muchos autores por estas líneas de opinión hemos aguantado fanatismos identitarios y quizá el más polémico, el feminismo radical. Ahora se ha abandonado finalmente la perspectiva transformadora revolucionaria en la izquierda y ha llegado el momento de acudir al humanismo que es integrador y tolerante en libertad, para dentro de su seno emprender las transformaciones necesarias que la sociedad requiera.