Desde fuera, crece la desconfianza a que Pedro Sánchez pueda ser el presidente que salve a España de los muchos problemas que la acechan, entre otras razones, porque a Sánchez se le ve como un hombre desesperado por salvar a su mujer del atolladero en el que se encuentra. Todo lo demás, le importa lo justo. Pero desde dentro del PSOE, por lo que confiesan algunos socialistas que defendían a Sánchez hasta hace poco, también empiezan a verse caras preocupadas y gestos que dicen, sin decirlo, "no es esto, no es esto", desconcertados y preocupados por la carrera demencial que ha iniciado un Pedro Sánchez desnortado.
Vox sigue asustando, y a esos socialistas y votantes de un PSOE que ya no es tal, les será imposible votar al PP mientras crean que Feijóo se apresurará a ceder a las exigencias de Abascal si pone precio al apoyo para convertirlo en presidente. Ese es el problema más serio que tiene el líder del PP, y si efectivamente aspira a ser presidente, que podría serlo sin Sánchez sigue despeñado hacia lo más profundo, el dirigente gallego no puede equivocarse. No solo eso, no puede cometer el más mínimo error. A Sánchez se le perdona incluso lo imperdonable, pero a Feijóo se le pide más que a cualquier otro dirigente. Empezando porque no puede dedicar una palabra amable a la extrema derecha, mientras Sánchez pacta iniciativas de dudosa constitucionalidad con la extrema izquierda más peligrosa y antidemocrática.
Este miércoles de sesión de control al gobierno Feijóo le ha dado fuerte a Pedro Sánchez. Lo tenía fácil porque las famosas normas de regeneración democrática son un escándalo, ya lo hemos apuntado. Pero así y todo ha pegado donde más podía doler al presidente de gobierno que presume de progresista, al equipararlo con Franco por cortar las alas a la libertad de los españoles para expresarse como quieren, y a los jueces empeñados en que la ley está para cumplirla.
Tan acertado estuvo el presidente del PP, que Sánchez no supo defenderse y recurrió a lo de siempre, enumerar los múltiples acuerdos a los que ha llegado con otros partidos y con las fuerzas sociales, cuántos decretos ha aprobado su gobierno, y cuántas iniciativas han salido adelante. La importancia de que España tenga una vicepresidenta en la comisión europea - pudo haber mencionado que no era la primera vez, lo fue Loyola de Palacio-, o lo buenas previsiones del Banco de España. Aunque para la gran parte de españoles el BdE ya no es lo que era, sino un chiringuito en el que manda Escrivá. Que no es lo mismo.
Feijóo estuvo como debe estar un líder de la oposición, pero ese líder de la oposición necesita más voces que lo acompañen. Somos multitud los que pensamos que le falta un estratega político en el partido, pero clamamos en el desierto, el presidente del PP no debe echar de menos ese personaje fundamenta. Por otra parte, tiene mayoría en el Senado, pero no hay nadie que se ponga a estudiar sobre cómo utilizarla, de forma que sigue siendo una Cámara irrelevante porque el partido mayoritario no sabe hacer buen uso de su mayoría.
El portavoz en el Congreso destaca por sus intemperancias más que por sus reflexiones acertadas o por la ironía que define a un buen parlamentario. Y la ejecutiva necesita como el comer ser reforzada con políticos y dirigentes de peso, con biografía y experiencia de gestión. No lo hay, y si no hay no se nota, no se ven. El PP es hoy un hombre que acude a apagar todos los fuegos, los que provoca el gobierno y los que provocan algunas gentes de su partido con más afán de protagonismo que de servir al PP y a su país. Destacan líderes regionales, pero cuando hay problemas, cada uno tiende a tirar más por lo suyo a defender sus propias intereses…. Y vuelve a intervenir Feijóo para, reuniéndoles, hacerles ver que la unión hace la fuerza, no el individualismo.
El PP ha destacado siempre por contar personas de gran capacidad de trabajo, discurso contundente, que presentaban iniciativas arriesgadas que sacaban adelante por su poder de convicción. Personas de máxima relevancia en el mundo de la empresa, la economía, las relaciones internacionales, la cultura, que conocían al dedillo los asuntos de Defensa, o de la seguridad del Estado, que debatían con el más experto de cualquier cosa y contaban con los argumentos propios de quien sabe en qué terreno se mueve.
¿Dónde están las grandes figuras que necesita el principal partido de la oposición? Hay voces incluso en el PP que piden a Feijóo más contundencia, más presencia, más dureza en el debate. ¿Y los demás, dónde están las personas que deberían ayudar a Feijóo a hacer atractivo, potente y riguroso, a su partido?