En la presente legislatura estamos asistiendo a situaciones que en nuestra democracia son situaciones ex Novo. Nunca antes se habían producido y es tal el ardor con el que el Gobierno y sus socios, más con el silencio que con la denuncia, que camino va de convertirse en lo que podríamos llamar una nueva cultura de la democracia.
Ex Novo es que la mujer de un Presidente solicite y consiga fondos de empresas públicas sin que el Ejecutivo y quienes les sostienen no digan ni media palabra. Ex Novo es que la izquierda considere aceptable que esto ocurra con una normalidad tal que quien sea el consorte o la consorte del próximo Presidente tiene la puerta abierta para hacer lo propio, saltándose así todo criterio de prudencia, de ignorar los límites que razonablemente exige el ocupar un lugar de primacía sobre el resto de los mortales.
Ex Novo es que un Fiscal General del Estado se vea cuestionado por los tribunales y aquí no pase nada. Cuenta con el apoyo del Ejecutivo y el silencio de una izquierda que ha hecho de la moralidad pública una bandera que, al parecer, solo ellos pueden esgrimir con autoridad. Siempre y en cualquier circunstancia son mejores que los demás.
Ex Novo es que del Consejo de Ministros se salte, sin solución de continuidad, al Tribunal Constitucional despreciando algo tan importante como la apariencia de independencia. Es verdad que con anterioridad otros Gobiernos han colocado a muy próximos en distintos organismos del Estado, pero estas prisas, nunca antes se habían visto.
Ex Novo es que en las sesiones de control, el Gobierno se tome a broma las preguntas y solo en muy raras ocasiones, los miembros del Ejecutivo han respondido a lo que se les preguntaba. Es normal que ante una sesión de control, esté Gobierno y todos los que antes han sido traten de pertrecharse en el argumento que más les conviene, pero lo visto hasta ahora no tiene precedentes por la reiteración de la estrategia.
La lista de situaciones ex novo es más larga pero estos ejemplos son suficientes para que muchos ciudadanos no den crédito a todo lo que estamos viendo. Parece que lo único importante, y sin duda lo es, es si hay delito o no lo hay pero la moral democrática no puede ceñirse al Código Penal. Hay cuestiones que son anteriores al Código Penal, que forman parte indisoluble de una democracia sana y que tiene que ver con la ética, con la conciencia de que existen límites que es bueno no saltarse y que deben exigirse a aquellos que son protagonistas principales de la vida pública.
Los que vengan, cuando vengan, tienen vía libre para hacer exactamente lo mismo que estamos viendo en la presente legislatura. Si el PP llegara algún día al poder ninguno, ni uno solo de los que hoy callan tendrán autoridad moral para levantar la voz. Por desgracia, lo único que no cambia, que es viejo y cansino, estéril y desagradable es el famoso y tú más. Las corrupciones ajenas, los nepotismos de los demás ni justifican ni hacen buenas las corrupciones propias y los nepotismos del Gobierno de turno.
Como la legislatura, efectivamente, puede durar mucho, parece estamos condenados a las sorpresas. Y lo estamos y estaremos mientras PSOE y PP sean capaces de acordar esos mínimos éticos y previos al Código Penal que deberían regir la vida pública y que hoy han saltado por los aires.
La democracia es conversación, acuerdos y discrepancias y es, sobre todo, liturgia y formas y ambas cosas no parecen contar con la protección que merecen.