Es la primera huella del ser humano desde los primeros tiempos de la humanidad; el primer defecto que el hombre y la mujer adquieren durante su existencia en este mundo; el primer hecho antijurídico contemplado en los ordenamientos penales de las naciones. Degradar la fama, manchar la dignidad, deshonrar el honor de cualquier persona o institución, entraña la bajeza y ruindad a la que llega el ser humano, en su afán mismo de egolatría, que señala su miseria más alta y detestable, por la prevalencia de sí mismo y su maldad hacia la sociedad en la que vive. Divulgar sospechas de hechos inciertos; mancillar el buen nombre con quienes se mantiene enemistad; promover el recelo y la intriga para erigir la maldad y los actos maquiavélicos a ultranza, en perjuicio de seres humanos, los cuales carecen del derecho de defensa por su desconocimiento de imputaciones falsas, supone la perversión más deleznable en la sociedad y la acción más mezquina e indigna realizada por el ser humano. La difamación es el carácter indeleble de quienes adolecen de conocimientos intelectuales y culturales, es el vástago de la envidia, es el mal que acucia a una humanidad en decadencia. La difamación en el lugar de trabajo o en el mundo académico es humillación y, esta, forma parte de las múltiples formas de acoso, las cuales originan ansiedad y depresión en quien sufre sus consecuencias, téngase en cuenta que el difamador es una persona psicológicamente fracasada, tiene carencias afectivas y sociales, mostradas en continuos rasgos psicopáticos, y la difamación recrea sus actos más viles y cobardes. Antropológicamente, la difamación pertenece a la insuficiencia de recursos culturales y sociales de la persona. Sociológicamente es la incivilidad deshumanizada del individuo; la insociabilidad de la persona para compartir con los demás los sentimientos más sensibles, los cuales forman parte del carácter noble y sencillo del espíritu. Psicológicamente, la difamación es la derrota de quienes mantienen viva la llama del resentimiento hacia toda persona que supera la cumbre de la honradez en toda su labor, materializada en cada uno de los momentos de la vida, estos, engrandecidos por la generosidad infinita del corazón.