Editorial

Felipe VI urge con firmeza un giro hacia política responsable

DP
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El monarca consolida su papel como garante de la estabilidad y la unidad de España

El mensaje de Navidad del Rey Felipe VI reafirmó su papel como una figura clave en la defensa del «bien común» y la estabilidad institucional, pero también dejó entrever críticas implícitas a las carencias de las administraciones y, muy especialmente, de la vida política en España, a la que invitó a corregir derivas que erosionan la confianza ciudadana.

El Rey comenzó y cerró su discurso con la Dana como eje. Al destacar las devastadoras consecuencias de este desastre, rindió homenaje a las víctimas y a la solidaridad ciudadana, pero también lanzó un mensaje político: la frustración y las demandas de mayor coordinación administrativa son una muestra de las deficiencias estructurales de nuestro país, una crítica que conecta con el sentir de ciudadanos que perciben una desconexión entre las instituciones y sus necesidades reales.

Así, el llamamiento al «bien común» del monarca adquiere fuerza en un contexto de polarización política. Un principio debe prevalecer sobre las diferencias y emplaza a los dirigentes públicos a superar enfrentamientos, actuar con responsabilidad y serenidad. La crítica a la «contienda política, en ocasiones atronadora», refleja una demanda ciudadana de liderazgo centrado en los problemas reales, no en luchas partidistas.

Felipe VI abordó también en su mensaje navideño retos sociales, como la inmigración y la vivienda. Sobre la primera, defendió una gestión basada en la dignidad y la cohesión social, dejando entrever una postura contraria a su instrumentalización. Respecto a la vivienda, su insistencia en soluciones colectivas reflejó una comprensión profunda de uno de los problemas más urgentes del país. Queda por ver si estas apelaciones tendrán eco en la clase política.

En el ámbito internacional, Felipe VI reafirmó el compromiso de España con Europa y los valores democráticos. Su defensa del multilateralismo y los derechos humanos es un recordatorio necesario en un panorama donde estos principios están cada vez más cuestionados. Del mismo modo, hay sectores en nuestro país que discuten la Constitución de 1978 como el pacto que sostiene la democracia española, de ahí que el monarca insistiese en el «diálogo» y el «consenso», una llamada de atención a quienes han contribuido a erosionar ese pacto. 

El tono del discurso fue optimista pero no ingenuo, y con ello Felipe VI insufló esperanza al destacar el potencial de España como una nación solidaria y resiliente en la que su liderazgo discreto se erige como un faro de integridad en tiempos de incertidumbre, lo que consolida su papel como garante de la estabilidad y la unidad de un país que, pese a sus retos, dispone de un inmenso potencial.