Fumata blanca en el Ecofin (ministros de Economía de la UE) para los intereses de España. Y, por supuesto, para las legítimas aspiraciones de la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño. A la tercera fue la vencida. Era la tercera vez que la aventajada hija del director general de RTVE con Felipe González intentaba dar el salto a las instituciones internacionales. Aspirante a directora gerente del FMI (Fondo Monetario Internacional) y luego a presidenta del Eurogrupo.
Nunca perdió su perfil más funcionarial que político. De hecho, nadie la veía como eventual sucesora de Pedro Sánchez, a pesar de haber sido siempre número dos en los Gobiernos socialistas desde que este presidente ganó la moción de censura a Rajoy en junio de 2018.
A lo que vamos. La aún vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos (ya solo por unos días), se convertirá el 1 de enero próximo en la presidenta del BEI (Banco Europeo de Inversiones). Una especie de ICO (crédito oficial) constituido con el capital de los 27 países miembros de la UE, verdaderos accionistas de la institución inversora europea (España, cuarto accionista, con el 11 % del capital).
Es buena noticia que haya sido elegida por consenso, una vez que Francia salió de su ambigüedad y, junto al otro gran accionista (Alemania), acabó respaldando la propuesta de la presidencia rotatoria (belga) de la Junta de Gobernadores a favor de Calviño. No habrá necesidad de ir al recuento (se cumple sobradamente el requisito de al menos 18 países a favor que sumen al menos el 68% del capital del BEI).
Buena noticia para ella y para la imagen internacional de nuestro país. Ella misma lo ha resaltado en sus primeras declaraciones: "Este nombramiento confirma el aprecio, respeto y liderazgo de España en el ámbito europeo e internacional que hemos logrado estos últimos años".
Después de las Navidades Nadia Calviño trasladará su despacho a la sede central del BEI en Luxemburgo (por primera vez, una mujer al frente), donde se instalará con un nutritivo salario de 370.000 euros anuales, lejos de los pleitos de menos cuantía que agitan la política nacional. Por ejemplo, el de su propia sustitución. Suenan unos cuantos nombres. A saber: los ministros Escrivá, Planas y Montero; el director de la Oficina de Asuntos Económicos de la Moncloa, Manuel de la Rocha, y el ex secretario de Estado de Economía con Rodríguez Zapatero, José Manuel Campa, que ahora ocupa el cargo de presidente de la Autoridad Bancaria Europea. Sea quien sea, tendrá que enfrentarse a una agenda muy complicada. Sin Presupuestos del año en tiempo y forma, con la enemiga del Senado (mayoría absoluta del PP) a la ley de Estabilidad, el retorno a la disciplina fiscal de Bruselas y la agilización de los procedimientos de reparto e implementación de los famosos fondos 'next generation'.