Aquí, ninguno habla da la reconstrucción que permitirá a los valencianos recuperar su vida, sus negocios, su identidad regional y la española. Ni siquiera se habla de la devastación anímica que han provocado en miles de familias los más de 200 muertos y los desaparecidos. Se sigue poniendo el foco en quiénes han sido los responsables de la catástrofe y quiénes atacan con más saña al adversario.
Cualquiera que haya seguido día a día los acontecimientos llega a parecida conclusión: ni Mazón ni Sánchez merecen continuar en sus cargos. El primero por falta de iniciativa cuando estaba obligado a estar más atento que nadie a los avisos de la Dana. El segundo, porque obsesionado con dañar al PP, no asumió ninguna de las responsabilidades como gobernante. El desamparo de los valencianos ha sido total, y solo ha llegado de Madrid cuando los medios de comunicación mostraron con toda crudeza la devastación-
¿Y la reconstrucción? ¿Quién la menciona? Esperemos que Sánchez y Mazón dejen de culparse mutuamente y se pongan a la tarea de elaborar un proyecto realista, sensato y con calendario de ejecución. Que no ocurra como en Lorca y La Palma, donde todavía se duelen de las buenas palabras y las promesas incumplidas.
El gobierno central ya pone el acento en los dineros, un mensaje más al PP para que apruebe los Presupuestos Generales del Estado. De no hacerlo, acusarán a Feijóo de insensibilidad ante la tragedia valenciana. No va a colar ese argumento, tanto economistas como profesionales del parlamentarismo han señalado que se puede aprobar una partida para una catástrofe natural sin incluirla en el proyecto de Ley de los PGE. Por no mencionar los fondos europeos. Von der Leyen ha anunciado que Bruselas colaborará en todo lo necesario, pero además hay un dato revelador: el gobierno español no ha gastado el 80 por ciento de los fondos europeos recibidos.
Cuantos más datos se conocen, más se acrecienta la sensación de que desde Moncloa se pone más interés en utilizar la Dana valenciana políticamente que en trabajar en un programa de reconstrucción.
Solo un ministro parece ocupado en esa materia, Óscar Puente, que al menos en estos días ha dejado atrás su habitual mala educación e incluso ordinariez en los exabruptos, para informar a través de las redes sociales de los pequeños pasos que se están dando día a día para ir cubriendo las primeras urgencias en las infraestructuras.
Y una opinión absolutamente personal: la incomodidad ante la aparición en Valencia, junto a personas realmente comprometidas, de un puñado influencers, personas que cobran de las marcas por vestir su ropa o por acudir a determinados eventos. Evidentemente no cobran por sumarse a los cooperantes, pero en algunos casos, no en todos, se ve a la legua que intentan sacar rédito añadiendo seguidores a sus cuentas en redes.
Lo que importa ahora es sacar a Valencia del hoyo en el que se encuentra. Una tarea de años, pero hay que abordarla con prontitud y sin escatimar medios.