Fármacos contra la obesidad: no es oro todo lo que reluce

Agencias
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La proliferación de estos medicamentos puede causar confusión, ya que hay pacientes que no son conscientes de que la primera línea de actuación contra la enfermedad es un estilo de vida saludable

Fármacos contra la obesidad: no es oro todo lo que reluce - Foto: Imagen de wirestock en freepik

Con la reciente llegada de Mounjaro este mes de julio, en España ya hay varios medicamentos con propiedades adelgazantes para tratar la diabetes y la obesidad. El problema que está surgiendo es que los pacientes piensan que los fármacos son la principal medida para luchar contra esa alteración, cuando esto no es así, sino que lo primordial es el estilo de vida del paciente; al mismo tiempo que se está produciendo un desabastecimiento de estos productos sanitarios para los pacientes con diabetes.

«El tratamiento de la obesidad es una prioridad para nuestra salud pública. Recientemente, se ha observado un aumento en el uso de fármacos para ayudar en la pérdida de peso. Si bien estos pueden ser útiles para algunas personas, es crucial que se utilicen con responsabilidad y bajo supervisión médica», denuncia la doctora Lilliam Flores, vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo).

Se debe recordar en este sentido, tal y como defiende la también especialista de la Unidad de Obesidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínic de Barcelona, que la obesidad es una «condición compleja» que requiere de un enfoque multifacético: «Los medicamentos pueden ser una herramienta útil, pero no sustituyen la importancia de un estilo de vida saludable y equilibrado». Así, advierte también la doctora Rocío Villar Taibo, vocal de la Sociedad Española de Diabetes (SED) y especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, que los agonistas del receptor de GLP1, como se llaman a estos fármacos, se trata de productos «con importantes beneficios», no sólo en el control de los niveles de azúcar en los pacientes diabéticos, sino que presentan otros beneficios a nivel cardíaco o renal, y que también conllevan reducciones significativas de peso, a través de una disminución del apetito y un aumento de la saciedad.

«Esto ha motivado que su uso en personas con obesidad o sobrepeso haya aumentado de manera exponencial en estos últimos años y probablemente explique la situación actual de falta de stock», aclara la miembro de la Sociedad Española de Diabetes.

Más soluciones

Mientras, la experta de la Sociedad Española de Obesidad, la doctora Flores, sostiene que los nuevos fármacos para la obesidad están ofreciendo soluciones «más efectivas y mejor toleradas», «lo que está transformando el panorama del tratamiento de la obesidad». Sin embargo, sí considera que hay que tener en cuenta que dentro del esquema terapéutico de la obesidad se debe evaluar la necesidad de medicación, la cual en nuestro Sistema Nacional de Salud se basa en el índice de masa corporal o IMC, la presencia de comorbilidades, y la respuesta a las intervenciones no farmacológicas.

«En la actualidad los medicamentos comercializados en España para el tratamiento del exceso de peso son: liraglutide (Saxenda), semaglutide (Wegovy), y el tirzepatide (Mounjaro) sin financiación por parte del Sistema Nacional de Salud. El semaglutide también tiene otros nombres comerciales (ozempic y rybelsus), con indicación en pacientes con obesidad y diabetes mellitus tipo 2 (DM2) y financiado por el SNS», aclara esta doctora.

Cuidado diario

Hay que destacar, en opinión de la miembro de la Sociedad Española de Obesidad, que estos medicamentos no sólo ayudan en la pérdida de peso, sino que también mejoran otras condiciones de salud relacionadas, contribuyendo a un enfoque más integral y personalizado en el manejo de la obesidad: «En el tratamiento de la obesidad, los fármacos análogos de GLP-1 son considerados coadyuvantes o adyuvantes del tratamiento principal, que sigue siendo la modificación del estilo de vida».

Es por ello «crucial», tal y como declara la doctora Lilliam Flores, que estos tratamientos se utilicen «como parte de un enfoque integral», que incluya cambios en el estilo de vida y un apoyo médico/nutricional continuo para realizar los ajustes de dosis necesarios en función de la respuesta y de los efectos secundarios.