Pedagogía de la violencia

Almudena Álvarez (EFE)
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La investigadora Rosa Cobo incide en la relación directa del porno con el aumento de los ataques sexuales entre los menores

Pedagogía de la violencia

La pornografía es «la pedagogía de la violencia contra las mujeres», afirma la investigadora y presidenta de la Red Académica Internacional de Estudios sobre Prostitución y Pornografía, Rosa Cobo, que señala la relación directa de la pornografía con el aumento de la violencia sexual entre los menores y como puerta de entrada a la prostitución.

La investigadora y escritora feminista participa hoy en Palencia en una jornada sobre pornografía, prostitución y trata de mujeres y niñas, que se enmarca en los actos organizados por la Delegación del Gobierno en Castilla y León en torno al Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres.

En una entrevista con EFE, Rosa Cobo señala que la prostitución, la trata y la pornografía se han colocado en los últimos años en el centro de la agenda feminista porque «son formas de violencia extrema contra las mujeres y especialmente contra las más vulnerables». El Gobierno ha cifrado en torno a las 45.000 el número de mujeres y niñas que se encuentran en situación de prostitución en España, de las que entre el 90% y el 95% son víctimas de trata.

Para Cobo, las tres realidades -pornografía, prostitución y trata-  son formas de violencia extrema hacia las mujeres que requieren políticas abolicionistas de la prostitución y de la pornografía. «La sociedad lo demanda y el nuevo gobierno no debe perder un solo minuto», remarca.

Cobo, que es profesora de Sociología del Género, no duda en afirmar que «hay una relación directa entre pornografía y prostitución» y que la primera es la puerta de entrada a la segunda. «Hay un canal directo desde la pornografía hasta la prostitución», asegura Cobo. Un canal que tiene dos direcciones, porque las mujeres transitan de un lugar a otro en función de las necesidades de la industria, y porque quienes acuden a la prostitución han sido antes consumidores de pornografía, como ha constatado la investigadora en los estudios y análisis que ha realizado sobre pornografía. De entrada, pornografía, prostitución y trata forman parte de una misma industria. «Una industria poderosísima» que mueve un negocio millonario en España, el tercer país del mundo en consumo masculino de prostitución. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), esta actividad supone un 0,35% del PIB del país y mueve 4.210 millones de euros al año.

«Es la segunda que más beneficios tiene a escala global dentro de las economías ilícitas, que se convierten en lícitas cuando entran en contacto con el capital financiero y blanquean el dinero», apostilla. Además, como señala, la industria de la explotación sexual es indispensable para muchos países que tienen altas tasas de pobreza, porque les permite engancharse a la economía global explotando a mujeres para la prostitución y la trata para que ellas envíen dinero al país de origen reactivando su economía.

Por eso, incide en la necesidad de entender que «la prostitución no está formada por un grupo de mujeres que hacen una elección libre y racional», sino que es «una industria internacional que funciona de forma similar a las multinacionales y con conexiones entre el país de origen y el de destino».

En sus conferencias sobre pornografía y prostitución, Rosa Cobo ha podido palpar una preocupación creciente entre los padres y madres sobre los efectos que tiene la pornografía en sus hijos.

No hay duda de que, con la aparición de los teléfonos inteligentes, las redes sociales e Internet, la pornografía se ha hecho accesible y gratuita para cualquiera.

Diferentes estudios revelan que hay niños que empiezan a consumir pornografía a los ocho años y que el 90% de los chicos de 14 años la consume. Además, según un estudio realizado por Injuve para el Informe Juventud en España 2020, el 10,6% de los jóvenes de entre 15 y 29 años reconoce haber consumido prostitución.

«Esto es una barbaridad», afirma Rosa Cobo, que no oculta su preocupación por los efectos que tiene la pornografía sobre la visión de los jóvenes acerca del sexo y sus relaciones con sus compañeras.

EFECTOS. Unos efectos que van más allá «del sufrimiento que tienen las chicas que la protagonizan» porque alcanzan a los adolescentes que la consumen. «Hay niños que consumen horas de pornografía en las que se ejerce violencia contra las mujeres», continúa. Por eso, como señala Cobo, «hay una relación directa entre el consumo masivo de pornografía y el aumento de los delitos de agresiones sexuales entre menores», plasmado en las cada vez más recurrentes violaciones grupales.

La investigadora y escritora quiere dejar claro que «la pornografía es una forma de prostitución» y que la idea de que la pornografía es «ficción» no es cierta.

«La pornografía es la pedagogía de la violencia contra las mujeres», añade, porque las escenas de violencia sexual en el cine se simulan pero «en la pornografía no hay simulación». «En la pornografía lo que se ve ocurre en la realidad. La pornografía no es ficción», afirma.

Rosa Cobo asegura que es fundamental que los jóvenes no se eduquen en la idea de que las mujeres son una mercancía, que se las puede cosificar. «Cuando acuden a un burdel no piensan si esas mujeres sufren o no. Han crecido viendo pornografía y acuden allí pensando que las mujeres son cosas, con la ventaja sobre sus parejas de que además nunca les van a decir que no», reflexiona. Por eso incide en que hay que desarrollar políticas públicas abolicionistas de la prostitución que se apoyen en la persecución del proxenetismo.