Las cuevas del Monte Castillo guardan un secreto: cada solsticio de verano son testigos de un ancestral encuentro que se repite desde hace miles de años. Allí, en los márgenes del río Pas y en medio de los bosques y acantilados cántabros que envuelven el valle del Toranzo, se ubican las raíces de los primeros longevos. Un antiguo hogar convertido en un punto de unión para una familia que nunca envejece. Y es hasta ese íntimo escondite donde, al igual que sus personajes, la escritora Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria, 1972) ha decidido volver para reencontrarse con sus orígenes. Lo hace recuperando la historia con la que en 2012 comenzó su carrera para darle un cierre a La saga de los longevos, una trepidante trilogía sobre la supervivencia al paso del tiempo que publica al completo editorial Planeta y cuya primera parte, La vieja familia, acaba de llegar a las librerías.
¿Quién no ha pensado alguna vez qué implicaría no morir por culpa de la vejez? Es el mismo interrogante que le surgió varios años atrás a la autora, que decidió responder a sus propias inquietudes con una novela que aúna el género del thriller y el histórico. «¿Y si se añade a la familia?», se vuelve a preguntar ahora, desde el lugar en el que todo comenzó. «Las familias son muchas veces el germen del conflicto. ¿Cómo se llevan esos lazos a lo largo de milenios? Han tenido que pasar mil cosas», reflexiona la ganadora del Premio Planeta en 2020 con Aquitania.
Y, en efecto, los protagonistas de la historia, un padre y sus tres hijos - Héctor, Iago, Nagorno y Lyra- han compartido todo tipo de experiencias durante muchos siglos y, como resulta evidente, no todas han acabado de la mejor manera.
Un paseo por la historia
Pese a haber nacido hace miles de años, y en épocas distintas, todos ellos llegan al siglo XXI conservando la apariencia física de un treintañero, si bien es cierto que llevan a sus espaldas el peso de antiguas vivencias que les han permitido conocer de primera mano la cultura celta o a los escitas de la actual Ucrania, civilizaciones de las que Sáenz de Urturi es casi casi una experta. No en vano ha pasado años documentándose.
En cuanto a la prehistoria, el germen de todo, la pasión le viene de lejos. Durante la época universitaria, cuando trabajaba en la biblioteca, «tenía acceso a todos los libros académicos». «De tanto leer, acabas uniendo los puntos», rememora, poco después de desvelar que todo empezó cuando vio la silueta de Monte Castillo, uno de los yacimientos más importantes de Cantabria, en una foto de National Geographic.
La diplomada en óptica y optometría es consciente de que su relato parte de una premisa por ahora «imposible», pero lo tiene claro: «Yo no quería escribir una novela fantástica, y no lo es». De ahí que haya querido indagar en la «psicología» de los personajes y conjeturar sobre su día a día ante los nuevos tiempos. «Son supervivientes natos, cada uno a su manera», reafirma.
2045 como punto de partida
Preguntada por si le gustaría poder vivir más tiempo, suscribe las palabras de los máximos científicos: «El momento va a llegar y todos nos tendremos que hacer la pregunta en unos años». Y apunta a una fecha: 2045. Es ahí donde surgen los dilemas éticos y sociales. ¿Qué pasaría en un planeta en el que dictadores y tiranos se aferrasen al poder porque no pueden morir? ¿Serían las élites las únicas beneficiadas? ¿Habría un primer mundo repleto de jóvenes y otro tercermundista con ancianos que no puedan pagar la cura?
«Todos los billonarios de Silicon Valley se han obsesionado con ser longevos», señala, recalcando que eso no significa ser inmortal, como tampoco lo son sus personajes, vulnerables ante cualquier accidente. Ella, en cambio, es de la línea de Elon Musk -«por primera vez estoy de acuerdo con él», reconoce- porque son «las nuevas generaciones las que hacen que avancemos».
Respecto a la reedición, la también creadora de la saga Kraken -de la que ya prepara la sexta novela- ha querido ser «coherente» consigo misma y se ha deshecho de subtramas que no aportaban para «liberar al nuevo lector». «Ha habido nueve novelas de por medio. Ahora escribo de otra manera», recalca, aunque la trama es, en esencia, la misma.
Pese a que no desvela detalles sobre el desenlace, sí afirma que la tercera es la última, aunque no descarta que vuelva a necesitar en un futuro a su «consejo de sabios», como denomina a sus longevos. De momento, los cuatro millones de lectores que llevan esperando un final desde hace 10 años podrán volver a disfrutar el próximo año de la segunda parte, Los hijos de Adán, a la que le seguirá El camino del padre, cerrando así el círculo de una trilogía que -en este caso sí- es inmortal.