El caso Koldo se ha convertido en una piedra en el zapato de Pedro Sánchez. Las investigaciones de la OCU reavivan un episodio que vuelve a colocarse en el centro del debate político, y con varias ramificaciones.
El caso ha adquirido nuevas dimensiones y el propio Ábalos ha solicitado comparecer voluntariamente ante la Justicia; curiosamente de forma casi instantánea a que la titular del Juzgado Central de Instrucción Número 2 requiriera al Congreso que confirme que es diputado.
Este movimiento de Ábalos ofrece dos interpretaciones: un intento de defender su versión y despejar cualquier duda sobre su implicación directa o indirecta en el escándalo; o una estrategia para minimizar daños y ganar tiempo. Está por ver.
En paralelo, el Partido Popular aprovecha este escenario para intensificar sus críticas al Gobierno de Pedro Sánchez. Núñez Feijóo ha sido contundente al afirmar que el presidente no está en condiciones de seguir al frente del Ejecutivo, y que la corrupción en su Gobierno «avanza a un ritmo que asusta».
El líder de los populares clama porque el PSOE no esté dando ninguna explicación al respecto, y porque «nunca un escándalo de corrupción en España había abarcado a tantos ministerios y a tantas instituciones del Estado».
El PP, con el control de la comisión del Senado, ha anunciado su intención de ampliar el objeto de la misma, incluyendo las últimas revelaciones aportadas por la Guardia Civil. Las investigaciones de la UCO han añadido un nuevo ángulo al caso Koldo, que ya no solo se circunscribe al encuentro en Barajas entre Ábalos y Delcy Rodríguez, sino que podría abarcar una red más amplia de conexiones e intereses que podrían implicar a muchos más actores y que tienen en el centro al presunto conseguir de la trama, Víctor de Aldama.
A pocas semanas de importantes decisiones presupuestarias, el caso Koldo amenaza con desestabilizar aún más la ya compleja coyuntura política en España.
El Gobierno intenta contener el daño, apostando por una narrativa en la que desliga la figura del presidente, mostrándose de forma colaborativa con la Justicia y tratando de evidenciar que son un «Gobierno limpio, que no tiene nada que ver con esas prácticas, faltas de ejemplaridad y rayanas en la corrupción», según palabras del propio Pedro Sánchez.
Con todo, el impacto mediático y político del caso sigue creciendo, y la oposición, lejos de dejar el tema en segundo plano, lo ha convertido en uno de los principales focos de sus ataques. Feijóo capitaliza el momento.