Frente al bullicio de la gran ciudad, las grandes multitudes, el asfalto y las prisas propias del día a día, siguen resistiendo personas que apuestan por la vida tranquila y sencilla en el medio rural como Paco Morgado, el último trashumante a pie de la provincia.
Tras un verano en el que sus ovejas merinas han pastado en los valles de La Pernía, estos días afronta su camino de regreso a Cáceres, concretamente a una dehesa muy próxima a la capital. Dejá atrás el que ha sido su hogar desde junio: el puerto de Pomar de Pineda, con unas «impresionantes» vistas del emblemático pico Curavacas y donde ha hecho frente a la temible fauna salvaje, con el oso «a la puerta de casa», si bien ha tenido la suerte de librarse de los ataques del lobo.
El viaje se antoja complicado, pues Morgado y sus ovejas deben hacer frente a pie a más de 600 kilómetros que le llevarán varias semanas. Como muestra, para atravesar la provincia desde la Montaña Palentina hasta la zona sur, en el límite con Valladolid, invertirá más de quince días. «En total, serán cuarenta jornadas caminando hasta Extremadura. Solo desde el puerto hasta Cervera han sido dos días completos», explica.
Una vez que llegue a la capital, apostará por bordearla por el Canal de Castilla, pues si bien podría atravesarla, la alternativa por la que se decanta le resulta «mucho más cómoda y práctica» para evitar los vehículos y acceder al centro.
DE SOL A SOL
El suyo no es un trabajo fácil; y tampoco entiende de días libres, fines de semana o festivos. Solo los primeros rayos de sol son los que marcan el inicio de su maratoniana jornada laboral y el final de la misma al llegar el ocaso.
La actividad empieza temprano. sobre las 7,30 horas, con un desayuno contundente que le dé energía para afrontar el resto del día. Con todo listo, emprende un camino de entre quince y veinte kilómetros por cañadas reales que, en muchos casos, dejan bastante que desear porque el mantenimiento brilla por su ausencia desde hace años.
«Necesitamos más infraestructuras.Palencia no es de las peores provincias, pero necesita mejorar», sostiene el pastor en declaraciones telefónicas a Diario Palentino al poco de dejar atrás la localidad de Cervera de Pisuerga. Aun así mantiene su apuesta personal desde hace seis años por los parajes del norte, donde los animales que cuida tienen a su entera disposición pastos «abudantes y de muy buena calidad con los que alimentarse».
Al caer la noche, él y su equipo (le acompañan otras tres o cuatro personas durante todo el viaje) pernoctan en tiendas de campaña y resguardan el ganado dentro de corrales eléctricos portátiles, donde también son vigiladas por una docena de mastines.
Es ahí cuando toman la única comida caliente del día, pues durante el resto de la jornada no se puede perder ni un minuto, y es básicamente el rebaño merino el que marca los ritmos. Una oveja que, según explica Morgado, es «muy resistente, dura y con un gran fondo físico», lo que permite completar estas largas distancias.