Desde la noche del 23-J estuve convencido, y así lo he dicho y escrito, de que habría nuevas elecciones; siempre entendí que las exigencias de los separatistas catalanes (no confundir con TODOS los catalanes) no tendrían cabida en cualquier negociación. Hay que reconocerlo cuanto antes: me equivoqué de cabo a rabo; jamás pensé que algunos aspectos concretos, y muy polémicos, serían aceptados por el PSOE, aunque sí por su socio de coalición, Sumar. Los acuerdos de los últimos días también han revelado que volví a errar en mis previsiones, si bien cuando escribo estas líneas no sabemos exactamente el contenido de la proposición de ley de amnistía que, si se cumplen los plazos, estará ya en el Congreso. Y con ella llegará la investidura de Pedro Sánchez, que ya ha amarrado los apoyos suficientes para obtener la mayoría absoluta en la primera votación. ¿A qué precio? Caro, muy caro. No tanto como creen los catastrofistas que auguran la muerte de la democracia y la destrucción de España. Y digo lo de «caro» porque tengo la sensación de que al personal, al menos en Castilla y León, le ha cabreado más el perdón de 15.000 millones a Cataluña que la amnistía a los responsables del «procès». Lo de la amnistía, con ser muy grave, es algo abstracto que no nos toca tan de cerca como cuando nos rascan el bolsillo. La pela es la pela. Y si a la Generalitat le condonan la friolera de 15.000 millones, alguien los tendrá que poner. ¿O no? Si, como se ha dicho aunque uno sabe ya a qué atenerse, el Gobierno central perdona un 20% de la deuda contraída por las comunidades con el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), todas saldrán beneficiadas; unas más que otras. No es lo mismo la cantidad catalana que el cero patatero a Madrid, que no se endeudó por esa vía. O que los 393 millones de Castilla y León. O los 9.669 de Valencia, donde, claro, no protestan tanto como en otros sitios. El caso catalán, pactado con ERC, que se apuntó un tanto, abrió la caja de los truenos y llevó el rechazo, y no solo de la derecha, a la calle. ¿Fue esa la mejor solución o la única posible? Veremos. Por ahora no lo parece. ¿Bajarán las protestas? Tampoco lo parece.