El gobierno de Sánchez nos quiere hacer ver, interesadamente, que la votación en el Congreso de España para apoyar a Edmundo González Urrutia como presidente de Venezuela no ha cambiado el historial presidencial de Maduro y ha supuesto, por el contrario, un duro tiro en el pie de los que se han lanzado contra Maduro, porque Venezuela quiere cerrar los acuerdos económicos con España.
Aparentemente, solo aparentemente, ha podido ser así. Pero el 'siperismo' de Ana de Palacio, la hermana de Loyola, la ministra, nos dice: «el sí, pero» y pone al final las cosas en su sitio.
Las actas cotejadas en un 83% dan perdedor definitivo a Maduro. A Edmundo le han indicado la salida de Venezuela, por eso se ha negociado, como parte de la solución del conflicto. Como dice Margallo: el toro devuelto a toriles. Y se va ganando tiempo a través del gobierno de España para asentar a Maduro. Como siempre, nos hacen tontos útiles.
La iniciativa del PP y otros partidos surge de la inmovilidad de un Zapatero oculto y un gobierno incapaz de cantar la dictadura de un régimen de izquierda. Como si la izquierda no tuviera hechos históricos de los que avergonzarse. La izquierda española, aún hoy, no ha hecho nada por apoyar las votaciones de González Urrutia. Y ante esa larga espera, los partidos españoles denuncian. Un deber.
Las consecuencias no son de esperar, pero no se creen; aunque las anuncie histriónico el hermano de Delcy, la de las maletas. ¿Maduro va a dejar de apoyar a su amigo minero ZP? ¿Al propio Sánchez, recepcionista de maletas? ¿A empresas de las que Venezuela obtiene beneficios Repsol, Telefónica? ¿A sus chicos encumbrados del 11-M? No, lo creo.
Maduro, tras asesinar, está más por cambiar las navidades al 1 de octubre que por cortar acuerdos comerciales con España. Está más, por los fuegos de artificio, a los que ya estamos acostumbrados. Todo sea por retrasar.
Venezuela ha de hacer volver a sus ocho millones de venezolanos esparcidos por otras tierras. Fíjense en las fotos del encuentro de Edmundo en el paseo jardinero de la Moncloa: la mujer que acompaña al venezolano, no se cree nada de Sánchez.