«No tengo palabras para dar las gracias por el homenaje»

Pablo Torres
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La periodista, fotógrafa y escritora taurina Muriel Feiner manifiesta su emoción por ver a su marido, el fallecido torero Pedro Giraldo, protagonizar el cartel de la feria de San Antolín

La periodista, fotógrafa y escritora taurina Muriel Feiner, durante la presentación de los carteles de la Feria de San Antolín en la Diputación - Foto: Sara Muniosguren

¿Cuál fue su primer sentimiento al ver la instantánea de su marido, el malogrado diestro Pedro Giraldo, como protagonista del cartel de la feria de San Antolín 2024?
Mi primera reacción fue llorar. Estoy muy agradecida a Carlos Zúñiga y a Víctor Zabala por haber pensado en hacer este homenaje a mi marido. No encuentro palabras para darles las gracias lo suficiente. 

Cuando fui a la presentación de los carteles en la Diputación y vi todas las imágenes en grande, me emocioné muchísimo. Ya no es solo porque sea mi marido, es que me encanta el cartel. Me parece diferente a los demás a la vez que muy torero.

Además, Pedro está muy guapo. Es precisamente una foto de su alternativa, el 2 de septiembre de 1978. 

Seguro que recuerda aquella fecha, cuando su marido dio el paso de novillero a matador
Tengo muchos recuerdos de ese día. Conocí a Pedro en diciembre de 1976. Éramos amigos y fuimos juntos a la alternativa. 

El cartel era de lujo. Su padrino fue uno de mis toreros favoritos, Santiago Martín El Viti; y el testigo, Sebastián Palomo Linares. Aquel día era la culminación de muchos años de lucha. Ahora las cosas han cambiado. Antes, la gente no podía comprar trajes de luces y los alquilaba. Pedro me decía que el sastre no le quería alquilar más porque siempre los devolvía rotos. 

Me acuerdo que después de la alternativa fuimos un grupo de amigos a cenar. Se había acabado el pan en el restaurante, pero como durante una de las vueltas al ruedo alguien había tirado un trozo, fuimos a por ello al coche de cuadrillas y lo comimos mientras cenábamos. 

Una bonita casualidad es que exactamente 46 años después de aquella alternativa vaya a tener lugar una corrida goyesca en honor a Giraldo
Y estará allí emocionada toda la familia.

Hay que resaltar lo importante que fue su marido para la Escuela Taurina de esta ciudad
Pedro, como le costó mucho su comienzo, quiso ayudar a los que empezaban. Precisamente le conocí en diciembre de 1976, en la presentación de la Escuela Taurina de Madrid que había fundado Enrique Martín Arranz.

Mi marido creía en la idea de fundar una escuela para ayudar a los jóvenes que soñaban con ser toreros. Siempre se preocupó por ello y así lo conocí. Nunca perdió ese interés en ayudar. Siendo banderillero, cuando le pedían ayuda, entrenaba con jóvenes en la Casa de Campo. Incluso cuando falleció, en el tanatorio, un montón de toreros hechos y derechos me contaron cómo les ayudó en sus inicios. 

Su intención era echar una mano a la gente para que lo tuviera menos duro de lo que lo resultó a él. Lamentó muchísimo no poder entregarse más y seguir con la escuela de Palencia. 

Usted también tiene una gran vinculación con el mundo del toro, como es su faceta de fotógrafa taurina. En este sentido, ¿qué parte de una faena le gusta más fotografiar?
Absolutamente todo. No puedo ir a los toros sin mi cámara de fotos. Incluso cuando televisan una corrida y no estoy presencialmente en la plaza, me la cuelgo para verlo todo encuadrado. Cuando llegábamos a casa, Pedro no entendía por qué estaba siempre hasta las dos de la madrugada con las fotos. 

Vivo la corrida con el torero. Si veo una foto que ha captado exactamente lo que yo he visto, me siento doblemente feliz. Ser fotógrafo taurino es especial, pues tienes que torear y entender al torero; no es cuestión de hacer ráfagas. 

Lo que hago es anticipar el momento. Me gusta captar la parte humana, la expresión de las caras. Al final, salgo de la plaza como si hubiera sido yo la que ha lidiado los seis toros. 

Fundó el Club Internacional Taurino en los años 70 porque no la admitían en ninguna peña taurina. ¿Puede rememorar esa historia?
A los 16 años vi mi primera corrida en Las Ventas, ya que, junto a los toros, otra de mis grandes pasiones es viajar y descubrir la cultura de cada sitio. ¿Y cómo se puede venir a España y no ir a los toros?

No olvidaré nunca ese primer instante, cuando el astado rompió en el ruedo con su fiereza, y salió el torero con una elegancia y tranquilidad que me dejó impresionada del todo. 

Cuando volví a Estados Unidos descubrí que había un club taurino en Nueva York, del que me hice socia. Regresé a España y lo primero que hice fue intentar entrar en una peña. 

No conocía a nadie, así que mandé una carta al empresario de Las Ventas explicándole mi situación. Me contestó amablemente que no admitían mujeres. Me vieron tan seria para apuntarme a una peña que me animaron a fundar el Club Internacional Taurino para hombres, mujeres, españoles y extranjeros; y aquí seguimos funcionando hasta hoy.