El deportista más laureado e influyente de la historia de España dice adiós. A través de un video ante el cual es difícil no emocionarse, Rafael Nadal Parera anunció el final de su carrera profesional que coincidirá con su participación con el equipo español en la Copa Davis el próximo mes, en Málaga. Cierra el círculo a una trayectoria impecable en la que más allá de su gran currículum de trofeos y éxitos, Nadal ha conseguido enarbolar a través del deporte un modo de vida, la del esfuerzo, el respeto por los rivales, el sacrificio, el éxito y últimamente el dolor y la derrota. Pocos como él han logrado despertar una admiración que ha trascendido al deportista.
En los últimos meses, el tenista adelantaba pequeños mensajes de su adiós en la pista. Esa resistencia de todo un país a verle claudicar por los años y las dolencias le han llevado más de una vez a aplazar una decisión que se pensaba que «nunca llegaría», como reconoció ayer emocionado uno de sus mayores rivales y mejores amigos, Roger Federer, otro gran referente del deporte mundial.
Sus vitrinas lo dicen todo a nivel tenístico: 92 títulos, de los cuales 22 corresponden a grandes torneos y 63 en tierra batida, superficie donde es ya el mejor tenista de todos los tiempos. Probablemente, el manacorí es uno de los mayores iconos como competidor modélico de puntos imposibles. En su despedida de ayer, una frase resume su retirada: «Me voy con la tranquilidad absoluta de haber dado el máximo y esforzado en todos los sentidos». Ha sido un embajador de la resistencia, la resiliencia y de lo imposible. Quizá aún teniendo menos títulos que Novak Djokovic, aún sobre las pistas, Nadal es aclamado en todas las canchas, torneos y países por representar el liderazgo del superviviente. Incluso cuando en los Juegos Olímpicos arreciaban los últimos raquetazos y la presión de una retirada se aproximaba, para él, siempre había una última oportunidad, que llegará en la Copa Davis, alfa y omega de su compromiso con el equipo español y con la afición.
Su adiós ha estado a la altura de su figura y de sus valores. Sus palabras están llenas de gratuidad, generosidad y del deber cumplido sin olvidarse de haber vivido un sueño cargado de títulos y del reconocimiento hacia su entorno más cercano, su equipo, su tío Toni Nadal, su familia y el público, con admiración mutua que probablemente se prolongará durante toda su vida. Muy pocos deportistas han sido tan aclamados por su comportamiento como Rafael Nadal, por representar ese espíritu de creer hasta el final o del icónico ¡Vamos!, convertido en canto a la superación, a la convicción y la confianza en uno mismo. Por todo eso y por hacernos creer, gracias, Rafa.