Parece que fue ayer pero ya han pasado 31 años desde que las Naciones Unidas declararan que todos los días 3 de mayo se convertirían en el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Para los periodistas es un día especial, pero también debe serlo para la sociedad, ya que unos medios de comunicación fuertes, veraces y creíbles son garantía para la convivencia. Esta conmemoración nos trae a nuestras cabezas la situación que vive la profesión, asumiendo que, a pesar de los últimos acontecimientos, los que ejercemos en España somos unos privilegiados, pero también que no podemos ni debemos conformarnos con lo que tenemos.
Como es preceptivo cada año la ONU dedica esta fecha a poner el foco en una cuestión que afecta muy directamente a nuestro trabajo. Un año giró sobre el asedio digital, otro se centró en el periodismo valiente e imparcial e incluso se ha tratado la vinculación de la desinformación en época de elecciones. Como vemos, temas que siguen están en el foco. En este 2024 las Naciones Unidas ha tenido a bien centrarlo en una que afecta, no sólo a los periodistas, sino que lo hace a toda la sociedad: la libertad de expresión ante la crisis medioambiental.
Los que nos dedicamos al periodismo ambiental creemos que es un acierto poner el foco en la crisis climática que estamos viviendo en todos los rincones del planeta, porque hace que nos paremos a pensar y sobre todo darnos cuenta de que la madre de todas las crisis son la desinformación y las fakenews que nos afectan de una manera directa.
No hay duda que nos encontramos ahora con tres graves problemas que afectan a nuestra vida: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
Por esto no acabo de entender y eso que llevo cerca de dos décadas dedicándome a esta especialidad, qué es lo que hay detrás de todo ese maremágnum de personas y empresas que sistemáticamente niegan la evidencia del cambio climático. Supongo que la avaricia, el ansia de dinero, de poder, está detrás de todos ellos; pero son tan obtusos que no creo que se hayan parado a pensar que si no hay salud, vida, sus oscuros deseos no servirán para nada.
Hay que reconocer que cuentan con medios y son muy 'originales' en sus formas de plantear sus barrabasadas, porque es lo que son: locuras. Se imagina querido lector una discusión en torno a la redondez de la tierra…Hay temas que son tan evidentes que no tiene ningún sentido discutir y casi ni hablar sobre ellos.
Pero ¿por qué?, pues la única realidad demostrable e innegable es la que nos da la ciencia, los científicos. Desde hace decenas de años, están informando de los constantes cambios que se están produciendo en nuestro planeta. Esto es fundamental: conocer para poder actuar.
La ciencia sigue haciendo su trabajo y necesita que se conozca por parte de la sociedad y ahí los periodistas jugamos un papel fundamental, para que esos descubrimientos científicos y esos datos verificados lleguen a la población.
No podemos aceptar que las campañas de desinformación, las fakenews pongan en tela de juicio los conocimientos y los métodos científicos de investigación, que se han demostrado absolutamente eficaces y veraces, año tras año. La sociedad está haciendo infinidad de esfuerzos para paliar o revertir esta situación. Estas campañas malintencionadas, maliciosas y perversas sólo pueden provocar que todo el trabajo que Usted, querido lector está desarrollando se pare y traiga como consecuencia una aceleración de la crisis climática.
Es que nos estamos jugando lo único importante que tenemos: la vida. Año tras año millones de personas mueren por la contaminación del aire, por las olas extremas de calor o de frío, las trombas de agua o sequía. Temas opuestos unos de otros. Extremos que se tocan y todos con las mismas consecuencias.
El periodismo tiene la obligación, siempre, de acercar a la sociedad las temáticas que la afectan. Trabajar con libertad es una de las claves. Hacerlo sin precariedad, es fundamental. También con formación, especialización e investigación. Factores que sus lectores, espectadores u oyentes ponen en valor.
Los periodistas nos hemos convertido en verificadores y además de contrastar nuestras informaciones, como siempre hemos hecho, también tenemos que verificar lo que se vierte en los diferentes canales, incluidas por supuesto las redes sociales. Mentiras y bulos que corren a mucha velocidad y provocan mucho daño. Si seguimos dando voz a negacionistas y retardistas del cambio climático no estaremos contribuyendo a mejorar nuestra calidad de vida.
Si se pone a pensar en nuestra especialidad se dará cuenta que el periodismo ambiental trata de todo aquello que nos afecta a nuestra vida diaria, desde que nos levantamos por la mañana y encendemos la luz (qué energía consumimos), desayunamos (de dónde vienen esos alimentos), nos vestimos (de qué materiales está fabricada nuestra ropa) y vamos al colegio o al trabajo (qué medios de transporte utilizo). Todo tiene un componente ambiental.
Los periodistas tenemos que ser capaces de informar de forma precisa, rigurosa y exhaustiva sobre los problemas medioambientales, sus consecuencias y posibles soluciones. No sólo de las amenazas, sino también de cómo hacerlas frente.
Este es nuestro reto. Esta es la exigencia que ustedes nos tienen que hacer. Trabajemos juntos. El planeta lo necesita.