Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


El espejismo vasco

20/04/2024

La primera semana de la campaña electoral vasca transcurrió en un ambiente sosegado, con los aficionados al fútbol más pendientes de que la gabarra navegara por la ría del Nervión después de 40 años, y políticamente en un ambiente sosegado con los problemas de la ciudadanía como eje de todas las intervenciones mitineras a cargo de unos candidatos renovados por todos los partidos que parecían recién salidos de una escuela de negocios que no alteraban la voz tanto que resultaba difícil escuchar su mensaje. Además, no había inquietud sobre lo que iba a pasar cuando se cerraran las urnas, PNV y EH Bildu se iban a disputar la primogenitura en el nacionalismo vasco, pero el apoyo del PSE-EE al candidato nacionalista auguraba que Imanol Pradales sería el sustituto en Ajuria Enea de Íñigo Urkullu, y que no habría ningún terremoto en el Congreso de los Diputados.  

El oasis vasco se convirtió en un espejismo al comienzo de la última semana cuando todas las encuestas que se publicaron el último día en que se podían conocer auguraban una victoria de EH Bildu en votos y escaños, que en lo sustancial no alteraban las previsiones de gobierno, pero que impulsaron al candidato del PNV, Imanol Pradales, a mostrarse más duro con los abertzales radicales, cuyo candidato, Pello Otxandiano, el elegido para blanquear la imagen de la coalición, que había hecho un discurso centrado en los problemas de la sanidad, educación y vivienda balbuceó y no se atrevió a considerar a ETA una organización terrorista. Un error de principiante que no llevaba preparada una lección del temario que tarde o temprano iba a salir.  

Y si no lo había hecho hasta entonces no es porque no se supieran las convicciones de EH Bildu, y que es lo que piensa el partido mayoritario, Sortu, con respecto a lo que supuso la violencia en el País Vasco y en el resto el país, sino porque como ETA aparece en el discurso político nacional después de doce años de la desaparición de la derrota definitiva de la banda terrorista, los partidos vascos querían soslayar el clima de polarización en el que se zambullen los partidos nacionales.  Unos partidos que tienen pendiente el acuerdo sobre el 'relato' de los sucedidos para que la desmemorie con las víctimas no se haga con el mayor terreno, y porque se espera, como dijo el propio Ochandiano, que su organización acabe pidiendo perdón a la sociedad vasca por los años de plomo y porque tampoco había demostrado prisa por llegar al Gobierno, hipótesis improbable mientras el PSE le siga cerrando el paso, a pesar de que se ha hecho con todo el voto de la izquierda después de la implosión de Podemos y de las querellas con Sumar, y porque el PNV demuestra fatiga de materiales tras cuarenta años de dirigir el gobierno vasco.  

Las encuestas, la incapacidad de Ochandiano para definir a ETA como una organización terrorista, el insólito ataque al candidato del PNV por un energúmeno que le roció la cara con gas pimienta y la profusión de debates electorales entre todos los candidatos, -un ejemplo a imitar- han contribuido a que una campaña anodina tomara vuelo hasta el punto de que puede revertir lo que una semana antes se daba por hecho y en las que se dilucidará cuál es el partido hegemónico dentro del nacionalismo, la capacidad de resistencia de los socialistas, hasta qué punto se desangran los partidos a la izquierda del PSOE, si Vox desaparece del Parlamento vasco y si el PP sale del pozo.