Los dirigentes separatistas de Junts que de manera tan arrogante comparecen antes las cámaras de la televisión, exigiendo onerosas contrapartidas económicas y políticas a un Pedro Sánchez dispuesto a firmar lo que le pongan, conocen el terreno que pisan.
Explotan la debilidad de Sánchez; saben que está con el agua al cuello porque ya no dispone de fuerza parlamentaria para aprobar leyes y la bravuconada del Comité Federal -"gobernaremos con o sin el concurso del Legislativo-, ha tenido que envainársela retirando la senda de déficit y metiendo en el congelador el Proyecto de Presupuestos.
Puigdemont, el prófugo, y Nogueras, su vocera en el Congreso, no le ahorran humillaciones. La última, exigir que se publiquen las actas de supuestas actuaciones del CNI en los días que rodearon los atentados yihadistas de Barcelona. Los separatistas catalanes que en su día urdieron una trama que desembocó en un golpe de Estado se quejaron de que algunos de sus dirigentes fueran espiados. Con la desfachatez que les caracteriza, y conocedores de la debilidad de Sánchez, pidieron la cabeza de la anterior directora del CNI -cabeza que les fue servida en bandeja.
No son los únicos que saben y se aprovechan de la debilidad política de Sánchez. También el PNV tiene al CNI en el punto de mira reclaman un mayor control judicial del Centro y la reforma de la ley que regula el Centro Nacional de Inteligencia para que dependa orgánicamente del presidente del Gobierno y no de la ministra de Defensa que es su estatus actual. El PSOE, que hace dos años se opuso a esos cambios, ahora los apoya. La debilidad de Sánchez, una vez más. De seguir así, nadie puede saber hasta dónde nos puede llevar con tal de mantenerse en La Moncloa.