El denominado club de los cinco, formado por Luis Alegre, Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero, Tania González e Íñigo Errejón, fundó, junto con Pablo Iglesias, el partido político Podemos, emanado del movimiento 15M, en el año 2011. Rápidamente, escalaron políticamente, se presentaron a las Elecciones Generales de 2015, donde obtuvieron 69 diputados, y rompieron el bipartidismo reinante durante décadas entre el PP y el PSOE.
La formación de ultraizquierda quería romper el panorama político español y lo hicieron saltar por los aires. Después, poco a poco, el movimiento y los ideales que llevaban por bandera sus dirigentes se fue disolviendo como un azucarillo y uno a uno sus fundadores abandonaron la formación e incluso la política. Uno de los que más resistió junto a Pablo Iglesias fue Íñigo Errejón que, en 2019, descontento con la deriva el proyecto político de su líder, creó la escisión de Más País, con la que logró volver al Congreso de los Diputados en las Elecciones Generales del año 2019, aunque con un discreto resultado de tres escaños. Después se integró en la coalición Sumar, liderada por Yolanda Díaz, con la que era portavoz en la Cámara Baja española.
Ayer, una década después, el último fundador de Podemos abandona la política por, según su propio comunicado en redes sociales, llegar «al límite de la contradicción entre el personaje y la persona». Errejón asegura que «la lucha ideológica es también una lucha por construir nuevas formas de vida y relaciones mejores, más cuidadosas, más solidarias y, por tanto, más libres. No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en su vida cotidiana» y revela que «el ritmo y el modo de vida en la primera línea política, durante una década, ha desgastado mi salud física, a mi salud mental y a mi estructura afectiva y emocional. Creo que esto es algo que en mayor medida experimenta toda y todo el que esté en esta posición durante un tiempo prolongado». También manifiesta que lleva «tiempo trabajando en un proceso personal y de acompañamiento psicológico, pero lo cierto es que para avanzar en él y para cuidarme, necesito abandonar la política institucional, sus exigencias y sus ritmos».
El sistema político que querían cambiar a su manera y con sus ideales extremos al final engulló a todos los fundadores de Podemos y el proyecto político situado a la izquierda del PSOE acabó en agua de borrajas, pero con una continuidad con Sumar, que es su versión más edulcorada y sumisa al PSOE de Pedro Sánchez.
Con la marcha de Errejón se acaba una etapa convulsa de la democracia española, que no pasará a la historia como la mejor, ni mucho menos. Ahora, las aguas vuelven a tender al bipartidismo, con el que a España no le fue tan mal durante varias décadas.