Los dulces conventuales del monasterio palentino de Nuestra Señora de la Piedad denotan la buena mano que las Dominicas contemplativas tienen para la repostería. Y es que sus exquisitos mazapanes, turrones y herraduras, por mencionar algunos de los muchos que lucen en las estanterías de su despacho abierto al público, son bien conocidos entre los vecinos de capital y provincia.
«La repostería es nuestro medio de vida económico», afirma la priora de la comunidad, sor María de Jesús Gil, quien, no obstante, matiza que su «actividad primordial es la oración». «No vamos a dejar de cumplir nuestra vida religiosa porque el trabajo nos coma el tiempo. Tenemos un ritmo diario equilibrado, de manera que no podemos dejar la vida comunitaria», añade.
Las labores de repostería artesanal en el monasterio comenzaron en 1986. «Fueron las Clarisas de Aguilar de Campoo las que nos ayudaron cuando empezamos. Al principio, las cosas no salían bien y había que hacer experimentos», explica la priora. «Las hermanas mayores tuvieron el reto de empezar este trabajo», apunta.
Antes de tomar este camino, la economía de la comunidad estaba marcada por la inestabilidad. «Antes de la repostería, las hermanas tuvieron un trabajo con una empresa de confección. En esa época, había monjas trabajando hasta las tres de la mañana. En otros tiempos, incluso, no había trabajo», relata. «Nunca hemos pensado en dejar esto porque nos da una independencia grande. Es nuestro y lo queremos», subraya.
El día en Nuestra Señora de la Piedad comienza bien temprano, con los primeros rayos de sol. «Nos levantamos a las 6,15 y a las 6,45 estamos en la iglesia rezando la oración litúrgica de la mañana. Luego, tenemos una hora de oración personal y, a las 8,30, la eucaristía diaria, a la que vienen nuestros hermanos los Dominicos. A las 9,30 desayunamos y a las 10 comienza nuestra jornada laboral, que se prolonga hasta las 13,15», detalla la priora.
Las recetas, propias de las hermanas, son uno de los secretos mejor guardados del convento, siendo algunas de hace «casi 40 años». «Tenemos también las rosquillas de Santa Rosa que se preparaban antes de tener la repostería, cuando se quería hacer un regalo. Es una receta que lleva con nosotras cientos de años», asegura. En temporada navideña, los productos más demandados en su obrador son «el turrón de chocolate con almendras, el mazapán o el hojaldre», entre otros.
La última incorporación a las vitrinas de la repostería del convento han sido unos alfajores sin gluten, para que los celíacos puedan también disfrutarlos.
AÑO JUBILAR. Las Dominicas contemplativas celebran este año su 500 aniversario, lo que hará que el convento funcione a su vez de centro de peregrinación hasta el 27 de julio de 2024.
Esta orden fue fundada por Juan García de Ubaldes, canónigo de la catedral, en 1523, en Torremormojón. Cuenta la historia que, en un primer momento, el canónigo se encontraba frente a la disyuntiva de fundar un albergue para los peregrinos del Camino de Santiago o un convento. Finalmente, se decantó por la segunda opción después de que el crucifijo de su oratorio le dijera: «Encierra doncellas y a mí con ellas».
Esta decisión desató el descontento entre los vecinos de Torremormojón, quienes hubieran preferido la construcción del albergue. Tras la muerte del canónigo, los torrejanos fueron a por las monjas, obligándolas a marcharse y a instalarse en Palencia, en el convento en el que hoy en día se encuentra la congregación.
Actualmente, la comunidad está compuesta por 16 hermanas, dos de ellas procedentes de Brasil y otras tres de Paraguay. Dentro del monasterio conviven religiosas desde los 31 años de edad hasta los 95.