Ser payaso también es un trabajo. Lejos de ser algo despectivo, aquellos que se dedican a esta profesión buscan, a través de diferentes fórmulas y disciplinas, sacar una sonrisa en el público.
Gonzalo Sánchez y Luis Becerril son los nombres que están detrás del dúo palentino Garrapete, que tras casi dos décadas de trayectoria se estrenan en el Teatro Principal con su obra Crescendo. Esta representación; dirigida por el actor, director y pedagogo Pablo Ibarluzea, tiene la particularidad de «conseguir mantener al público pendiente» sin necesidad de texto.
¿De qué trata Crescendo?
En apariencia va a ser un concierto. Los espectadores van a ver los instrumentos dispuestos para ello, y desde el primer momento se darán cuenta de que los protagonistas son idiotas.
Somos payasos de formación, así que la base de todo es el clown. Luego está la música en directo, que es la excusa para hacer reír. Según hemos ido representando el espectáculo, ha ido evolucionando hasta tener más emociones, pues al principio nos dimos cuenta de que era muy neutro. Música, emoción y risa, ese sería el resumen.
Asegura que esa combinación la consiguen «sin mediar palabra». ¿A qué se refiere?
Es una obra sin texto. Lo único que hacemos es hablar en un idioma inventado, que en el oficio se denomina como gramelot. Mi compañero habla en una especie de francés y yo en un lenguaje similar al del este, todo ficticio.
Uno de los méritos es conseguir mantener al público pendiente de lo que está pasando. Esto es gracias, sobre todo, a la relación entre los dos personajes, muy clásica y particular, con uno representando a la autoridad y el otro al que siempre rompe las normas.
¿Cómo surgió la idea de la obra?
Por la propia trayectoria de la compañía. Veníamos de un espectáculo de calle y pensábamos que nos tocaba ya uno de sala, aunque al final le hemos representado en los dos escenarios. Le estrenamos en el festival ARCA de Aguilar de Campoo y también le hemos representado en el Festival Internacional de Circo de Castilla y León.
Nos juntamos con el director Pablo Ibarluzea y le dimos forma entre los tres. Poco a poco, lo hemos construido a partir de las actuaciones.
¿Está dirigido exclusivamente a un público infantil?
Está pensado para disfrutar en familia. Por la experiencia que hemos ido adquiriendo estos tres años de representación hem.os visto que le gusta tanto a pequeños como a mayores. Una vez nos contrataron para actuar en un pueblo y no había niños, y, aun así, les gustó mucho.
¿Están nerviosos por su actuación en el Principal?
No queremos estarlo. Al final, es una actuación más. En todas tenemos que evaluarnos antes, durante y después. Sí que es cierto que es especial porque tenemos muchas ganas y además es en casa, pero queremos mantenernos tranquilos para que todo salga bien. Desde el momento en el que nos subamos a las tablas tenemos que transmitir.
Se definen como payasos de formación. ¿Qué es exactamente?
Es como empezamos. Mi compañero Luis Becerril hizo un curso de payaso y me propuso que empezaramos a formarnos. Suelo decir que se me volvió la nariz roja de repente. Las primeras veces lo hacíamos por puro placer. Recuerdo que salíamos en pijama a la SanSilvestre para hacer reír y animar a la gente.
La base de la formación clown es el juego y, a partir de él, vas encontrando cosas, tanto de ti mismo como de tu entorno. Es todo un proceso. Habremos hecho infinidad de formaciones y me sigo sintiendo al principio del camino.
¿Cuánto tiempo llevan actuando?
Unos 17 años, aunque profesionalmente, 10. Ahí fue cuando comenzamos los espectáculos de calle y a entrar en festivales.
¿Se dedican exclusivamente a esto?
Sí. Lo que hemos hecho es diversificar lo que hacemos. Yo, por ejemplo, hago cuentacuentos, y mi compañero hace también espectáculos para personas mayores. También llevamos el tema de la formación, en la que impartimos talleres de psicoterapia y psicología positiva.
¿Cómo le presenta su profesión a alguien que no le conoce?
Antes siempre decía que era un payaso. Ahora parece que me da un poco más de vergüenza y digo que soy actor, así no doy más explicaciones.
Tengo un amigo que, cada vez que nos encontramos a alguien, le dice que soy un payaso. En el fondo, tiene razón.
¿Se consideran humoristas?
El tema del humor tiene diferentes lenguajes, pero todos parten de lo mismo: la sorpresa. Hemos hecho tantas cosas que sí me siento parte de la familia humorística.
Pablo Ibarluzea es el director de la obra. ¿Es la primera vez que trabajan bajo la dirección de un tercero?
Es la tercera experiencia que tenemos bajo dirección. La primera fue con un espectáculo llamado La familia Querubini, en el que recurrimos a la mirada externa de un profesor de la Escuela de Arte Dramático de Valladolid porque no estábamos del todo contentos con cómo funcionaba.