El lince ibérico es una especie tan emblemática como amenazada, en cuya recuperación trabajan desde hace 30 años colectivos ecologistas a lo largo y ancho del territorio nacional. Una labor lenta pero con garantías, hasta el punto de que actualmente hay en España 2.023 ejemplares frente a los apenas cien de los noventa: 70 en Andújar (Jaén) y solo 30 en el Parque Nacional de Doñana (Andalucía).
Ahora será la comarca del Cerrato la que seguirá la estela de Andalucía, Castilla LaMancha y regiones limítrofes de Portugal.Lo hará de la mano de un proyecto de reintroducción que lidera la Junta de Castilla y León en Palencia y en Los Cañones del Duero (Zamora), en base al cual se han detectado en la provincia 30.000 hectáreas propicias para su asentamiento, 10.000 de ellas «de máxima calidad».
Será en 2025 cuando los primeros linces campen a sus anchas por el territorio. El objetivo es alcanzar las 50 hembras reproductoras, con una primera fase de entre seis y ocho. Como paso previo, este verano se volverá a estudiar la población de conejo, base de la alimentación de este felino tradicionalmente amenazado.
Según defiende el jefe del servicio de Espacios Naturales de Flora y Fauna de la Junta, David Cubero, «Castilla y León tiene un papel relevante en la conservación de la especie a largo plazo, con un hábitat óptimo para su reintroducción».
Unas palabras que refrenda el delegado territorial, José Antonio Rubio, quien lo califica como una «oportunidad» que dará «prestigio» como sinónimo de «calidad medioambiental». «Es una oportunidad que Palencia no puede desaprovechar. Su presencia es un marchamo de calidad y un atractivo turístico», asegura sobre una especie que sirve para controlar poblaciones de otros depredadores como el zorro, el meloncillo o la jineta.
De esto saben bien en el norte de la provincia, concretamente en Alar del Rey. Allí se avistó recientemente un ejemplar, probablemente procedente de Doñana o los Montes de Toledo, que habría pasado también la frontera de Burgos y Cantabría.
LA SALVACIÓN, MÁS CERCA
Se ha avanzado mucho, pero aún queda camino por recorrer. «Para salvar la especie debe haber en España 750 hembras reproductoras, y ahora mismo hay 406», subraya en declaraciones a DP Ramón Pérez de Ayala, de WWF, quien estima que será en 2040 cuando se alcancen esos siete centenares de hembras.
Para ello, son necesarias ocho poblaciones nuevas, y ahí es donde entra en juego Palencia, donde se han de realizar mejoras para facilitar el asentamiento tales como siembras, desbroces y construcción de majanos y puntos de agua.