Editorial

Ábalos empieza a segar la hierba bajo los pies de Pedro Sánchez

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Ferraz y Moncloa lo tenían difícil de inicio para escapar al escándalo del 'caso Koldo', del que emana un particular olor a inmundicia por las circunstancias en las que se lucró la trama bajo investigación judicial. Ahora, con el exministro Ábalos expulsado al gallinero parlamentario, lo tienen imposible. El que fuera gran fontanero de Pedro Sánchez, y probablemente la persona a la que más le debe en política el presidente del Gobierno, empezó a defenderse ayer en primera persona y lo hizo tratando de dar una imagen de lealtad a las siglas, pero soltando cargas de profundidad que han puesto en guardia a medio partido. La primera, que a Koldo García le colocó el actual número tres del PSOE, Santos Cerdán. Con el señalamiento, Ábalos no sólo se cobra la venganza personal con quien le desplazó de la Secretaría de Organización después de haber estado a su sombra, también señala a la siguiente presa y lo hace con la certeza de que es muy fácil comprobar que el portero de club de alterne devenido en hombre para todo del sanchismo llegó a Ferraz de la mano de Cerdán.

El monolítico PSOE de Sánchez, que en nada se ha parecido nunca al PSOE canónico, empieza a resquebrajarse. Ya no es el 'disidente' Emiliano García-Page el único que se atreve a levantar la voz, aunque sí sigue siendo el único que no tiembla. Ábalos, quién lo iba a decir, empieza a erosionar los cimientos del actual PSOE, aunque lo hace con credenciales bien distintas a las de García-Page y por motivos muy diferentes. El estrépito de Galicia todavía truena en los cuadros autonómicos, a los que Sánchez señaló como la debilidad del partido. Eso ha puesto en guardia a más barones que ya tenían una relación límite con Ferraz, caso del secretario general de Castilla y León, Luis Tudanca, atado a un pulso soterrado con la dirección federal desde tiempo. 

Por delante, unas elecciones vascas en las que el PSOE tendrá que decidir a quién entrega Ajuria Enea, lo que implicará desairar a alguno de sus apoyos parlamentarios. Hoy por hoy, tanto le valen a Sánchez los escaños del PNV como los de Bildu. Que se lo pregunten a los pamploneses. Para coronar el cuadro, asoman ya unas elecciones europeas de circunscripción única que pueden ser demoledoras para el presidente y sus adláteres. Y todo, con Bruselas desconfiando y con el lastre de depender de todos los partidos nacidos para destruir la concordia constitucional. Mal horizonte. Ábalos sostuvo ayer en los micrófonos de Carlos Alsina que el partido trasciende y las personas pasan. A su manera, vino a decir que Sánchez tiene los días contados. Más o menos, pero contados. Lo que es más cuestionable es que el PSOE sobreviva a tanto despropósito. Al menos este PSOE.