A una semana de la celebración de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, los candidatos pisan el acelerador en busca de un resultado que los sondeos presentan a día de hoy incierto. La balanza pende de unos pocos y disputados estados, que pueden romper el empate que reflejan las encuestas. Republicanos y demócratas enfrentan estas elecciones a cara de perro. La designación de la actual vicepresidenta, Kamala Harris, impulsó la pugna de unas elecciones que amenazaban con abrir un abismo para el partido demócrata, acuciado por la necesidad de relevar a un Joe Biden que se resistió hasta lo indecible por ceder el testigo. Pero la renuncia de Biden no ha sido lo único insólito de una campaña, marcada también por dos intentos de magnicidio contra el expresidente y candidato republicano, Donald Trump.
La campaña electoral se ha jugado en los escenarios habituales, pero también cada vez más en otros como las redes sociales, donde se han volcado buena parte de los esfuerzos, recurriendo a todas las armas posibles, incluido el insulto o la mentira.
Fascista o nazi son solo algunos de los calificativos que Harris y Trump han intercambiado en las últimas horas, en una campaña de polarización extrema, con caballos de batalla como la inmigración, la seguridad y, por parte de la democrática, el propio futuro del sistema.
El discurso de Kamala Harris en la Elipse, la misma zona donde Trump reunió a sus partidarios el 6 de enero de 2021, horas antes del asalto al Capitolio, ha intentado evocar uno de los episodios más traumáticos de la historia reciente de Estados Unidos.
También Trump ha querido imponerse en el relato al organizar uno de los grandes actos de esta recta final de campaña en el corazón de Nueva York, un feudo demócrata que está lejos de dominar.
La confrontación electoral refleja también la polarización de un país que se mueve entre contradicciones a las que las recetas de los aspirantes presidenciales son en buena parte ajenas. Entre ellas las de una sociedad donde la riqueza se concentra cada vez en menos manos y la base social de la pobreza se ensancha. El debate de la inmigración es una de las grandes cuestiones que calienta el debate social y generan más división, entre quienes ven con simpatía las promesas radicales de Trump y los demócratas, cuya credibilidad en esta materia resulta muy cuestionable.
El escenario internacional se ha colado también en la disputa política, especialmente por la guerra entre Israel y Palestina, que pone a Harris en la dificultad de ofrecer a sus votantes un discurso que se pueda corresponder con el movimiento social generado en contra de los indiscriminados ataques del ejército israelí contra Gaza y Líbano y de la posición de su país.
En los resultados de las urnas en este primer martes de noviembre también tendrá qué decir el peculiar sistema de elección estadounidense. Unos resultados inciertos a los que el mundo asistirá muy atento.