Dos de los más importantes intelectuales de nuestro país han sido vomitados por El País, dos de los más mediáticos y celebrados, pensadores de enorme influencia. Los dos han sido perseguidos por los extremistas nacionalistas, uno vasco y otro catalán, Fernando Savater y Félix de Azúa, y «se exiliaron» en Madrid. Fueron valientes, no callaron: a Savater lo amenazó ETA de muerte. Los dos fueron catedráticos en la universidad y se jubilaron anticipadamente, como tantos otros, por el deterioro de la vida académica, aplastada por leyes estúpidas, agobiante burocracia y continuas zancadillas administrativas. Los dos son filósofos, Azúa especializado en estética y teoría de las artes. Los dos han escrito novelas, libros de pensamiento, cientos o miles de artículos. Han sido intelectuales comprometidos que miran críticamente el mundo para poderlo mejorar en algo. Uno partía con orientación ácrata -Savater-, Azúa desde el comunismo marxista. Los dos evolucionaron, los dos fueron mimados en tiempos por el Partido Socialista y en especial por su más poderoso brazo informativo, El País. Pero este periódico, que nunca fue tan neutral como pretendía mostrarse, ha ido radicalizándose y deformándose hasta límites insospechados. También ha ocurrido en la televisión nacional y algunos periodistas poco sospechosos de ser derechistas, más bien muy izquierdosos, han denunciado públicamente las injerencias gubernamentales en los telediarios, la censura continua.
Quien esto escribe experimentó la censura en El País: «para no dañar al señor ministro, pues demasiadas críticas está recibiendo, aunque tu artículo es muy bueno». Publiqué algunos textos, la garra gris alguna vez intervino queriendo forzar retoques ideológicos, luego abandoné El País. Ahora lo deja Félix de Azúa, figura fundamental en este medio que durante muchos años ha sido el más leído y concebido como modelo de progreso, el periódico más prestigioso. Azúa lo hace para solidarizarse con Savater, declarando que el medio lo maneja el expresidente socialista, Zapatero, entre extremistas y feministas fanáticas que someten a la redacción bajo un régimen de terror: la información arrodillada ante Sánchez, actual presidente del Gobierno.
Conozco a los dos desde hace años, su valentía, su brillante inteligencia. Savater estuvo en el tribunal de mi tesis doctoral y siempre fue afable y agudo cada vez que lo hallé. El sutil Azúa fue miembro del tribunal que juzgó mi plaza de titular en la universidad, entre varios encuentros también le edité algún poemario. Los dos son plumas reconocidísimas como escritores, filósofos y literatos. Pero estamos en una época cada vez más radicalizada y quien piensa libremente es purgado, como si volviera Stalin con los gulag: el campo de concentración hoy es el olvido y su silencio. Les roban el medio que transmitía su palabra, porque piensan diferente. Adiós a la libertad. Pero, mientras podamos, seguiremos denunciando, describiendo la abominable infamia.