El saxofonista y compositor cubano Ariel Brínguez será el artista que abrirá el XI Festival de Jazz que tendrá lugar el día 9 de noviembre, a las 20,30 horas, en el Teatro Principal. Ha viajado por todo el mundo y ha hecho giras con músicos de talla internacional.
¿Cómo comenzó su pasión por la música y su trayectoria profesional este mundo?
Mi pasión por la música se inició en un entorno familiar profundamente musical. Mi abuelo fue un notable profesor de música en Cuba, dedicado a difundir la música cubana y a enseñar solfeo e instrumentos en la Escuela Nacional de Arte y la Universidad de las Artes de Cuba.
Aunque mis padres no eran músicos profesionales, ambos estudiaron piano y siempre hubo un fuerte componente artístico en casa. En la cultura cubana, es normal que en las reuniones familiares se baile o se toque algún instrumento.
¿Qué significa el jazz para él?
El jazz es, para mí, una herramienta esencial de expresión personal. Me atrae especialmente la improvisación, ya que me permite conectar con el presente y plasmar mis emociones en tiempo real. Aunque tengo una formación en música clásica europea, que es más estructurada y menos enfocada a la improvisación, el jazz me ha abierto un mundo de posibilidades creativas.
Lo que me gusta de este género es su capacidad para transformarse en el momento, haciendo que cada interpretación sea única, especial y viva. En el jazz, todos los músicos importan y su interacción crea un espacio casi democrático, donde cada voz se hace escuchar y enriquece la experiencia.
¿Cómo es su proceso creativo a la hora de componer?
Mi proceso creativo se basa en buscar vivencias que me inspiren. Quiero traducir esas experiencias al lenguaje musical. Por ejemplo, mi último álbum, Latidos, rinde homenaje a la paternidad, mientras que Alma en Cuba fusiona la música clásica europea con la cultura cubana.
¿Qué artistas han influido en su desarrollo musical?
Hay varios artistas que han dejado una huella significativa en mi música. Benny Moré, un icónico cantante cubano, y, en el ámbito del jazz, John Coltrane y Sonny Rollins son grandes referentes para mí. Me han marcado mucho los músicos de mi generación tanto en España como en Cuba. Me gusta escuchar mucho a la gente con la que coincido en la Tierra y en el camino.
También me llama la atención la música étnica de diferentes lugares del mundo como India, África, Latinoamérica o Europa, entre otros.
¿Cómo ha sido colaborar con artistas como Chucho Valdés o Alejandro Sanz?
Ambos provienen de mundos musicales muy distintos, lo que me ha permitido ampliar mis horizontes. Lo que más me impresiona de ellos es su capacidad para conectar emocionalmente con el público. Sus composiciones no solo son técnicamente brillantes, sino que también resuenan profundamente en la audiencia. Observar su proceso creativo y su forma de interactuar con los demás músicos ha sido un regalo.
¿Qué nos puede adelantar sobre el proyecto Nostalgia cubana?
Es un proyecto que se basa en las canciones que marcaron mi infancia en Cuba, aquellas que escuchaba en casa y que tienen una carga emocional profunda. Busca explorar un lado más íntimo y menos conocido de la música cubana. De hecho, el proceso ha sido tan gratificante que decidí grabar un álbum en vivo, Nostalgia cubana Live, en Hamburgo, donde capturamos la esencia de nuestras presentaciones. Hemos tenido la oportunidad de presentarnos en varios festivales por Europa, y la conexión con el público ha sido maravillosa.
¿Qué significa para él participar en el Festival de Jazz de Palencia?
Participar en el Festival de Jazz es un verdadero privilegio. La calidad de los artistas que se presentan y la reputación del festival son impresionantes. Me siento honrado de compartir escenario con músicos de renombre internacional. El hecho de que el festival atraiga a artistas de diferentes estilos demuestra la apertura y el interés de la audiencia por la música de calidad. Estoy emocionado por la oportunidad de presentar mi música en un espacio tan significativo y de conectar con una audiencia que valora el arte en su máxima expresión.