La reducción en el número de solicitudes en la PAC, las necesidades de financiación del sector o el reto del relevo generacional en el campo son aspectos que se analizan desde entidades como Agrobank, que cuenta con 150 oficinas en Castilla y León y que el año pasado movilizó 1.850 millones de euros, buena parte para paliar los efectos de la sequía. Su director en Castilla y León, Jesús López, relata los proyectos que impulsa su entidad para acompañar al sector y afrontar algunos problemas estructurales, como la falta de visibilidad y de reconocimiento.
¿Qué presencia tiene Agrobank en Castilla y León?
Contamos con 150 oficinas Agrobank especializadas en atención al sector agroalimentario que dan servicio a agricultores, ganaderos, cooperativas o industria de Castilla y León. A nivel nacional son 1.150 oficinas y eso hace que seamos la red especializada en el sector agroalimentario con más capilaridad del país. Existe una especialización incluso según la tipología de las producciones o del subsector agrario que predomina en cada zona. No tienen nada que ver cultivos intensivos con extensivos, incluso dentro de una misma provincia, o un ganadero de vacuno extensivo con uno de leche.
¿Qué nivel de inversión está llevando a cabo el sector?
2023 lo cerramos con una dotación de 1.850 millones de euros destinados a financiación del sector agroalimentario en su conjunto. Desde líneas de circulante para el día a día a inversiones a más largo plazo. El año pasado fueron muy importantes los préstamos de la sequía a partir de un convenio que firmamos con la Consejería de Agricultura.
¿Qué tipo de proyectos son los que reclaman financiación en el sector agroalimentario?
Una línea importante es la adquisición de fincas. Hay mercado en la compra de tierras. Y, por otra parte, lo que tiene que ver con mejora de explotaciones e incorporación de jóvenes con la compra y adquisición de maquinaria. También hay nuevas industrias agroalimentarias, bodegas, almazaras...
¿Ha cambiado el perfil profesional de pequeños agricultores a medianas empresas?
Indudablemente. Este año se ha reducido un 5% los solicitantes de ayudas PAC, el año pasado fue otro tanto, y es la tónica general de los últimos años. Hemos pasado de 80 o 90.000 solicitantes de ayudas PAC, a unos 60.000 ahora. Sale del mercado mucha gente, explotaciones pequeñas menos dimensionadas, la mayoría de ellas por jubilación. Las que se mantienen o las que inician la actividad son de mayor tamaño por rentabilidad. Y está claro que hay que ir a economías de escala y dimensionar bien la explotación para asumir los costes fijos.
¿Dónde situáis en Agrobank los retos del sector?
Agrobank tiene tres ejes fundamentales. Por un lado, el financiero, lógicamente, pero no nos quedamos solo ahí. Tenemos una línea de apoyo social. Y una tercera pata que es el apoyo a la innovación en el sector. El sector primario tiene un problema de relevo generacional. Es un problema estructural.
¿En qué líneas de trabajo actuáis?
Tenemos una línea de apoyo específica a la mujer en el entorno rural con varios programas. Por ejemplo, el programa de mentoring Crecemos Juntas, en colaboración con el Ministerio de Agricultura. También colaboramos con dos cátedras, una para promover actividades de investigación en temas de género y del mundo rural y otra para impulsar la transferencia de conocimiento. De igual modo apoyamos la Formación Profesional Dual. También contamos con el programa Impulso Agro. Hemos creado una red con un plantel de jóvenes agricultores en colaboración con el Basque Culinary Center. Damos visibilidad a jóvenes que hacen muy bien las cosas. Luego los cocineros utilizan estos productos para explorar sus posibilidades. Visibilizamos a estos jóvenes como referentes para que también hagan atractivo el sector agrario a otros jóvenes. Contamos con la iniciativa Tierra de Oportunidades. Los proyectos tienen un premio económico y luego entran en un proceso de mentorización a través de Rural Talent.
¿Cómo ves el estado de salud del sector en Castilla y León?
Soy optimista. Tiene futuro. Hay oportunidades porque la producción de alimentos es vital. La sociedad tiene que ser consciente de ello. Hablamos de un sector resiliente. Cuando viene un año malo, como el año pasado, que fue caótico, al final el sector ha aguantado, y sale de ese bache. Eso también es otro motivo de optimismo, ¿no? Hay que animar a la gente que está en el sector a que continúe en él, que se profesionalice, sobre todo en el tema de ajustar costes, que se asocie y que tire de todas las alternativas a su disposición. Es un sector que tiene futuro, en el que haciendo las cosas bien se pueden conseguir muchas cosas.