Cada vez en más ciudades de Europa se abren las calles para la infancia. La capital palentina y las localidades de Aguilar de Campoo, Herrera de Pisuerga y Grijota se sumaron ayer a la convocatoria internacional para multiplicar el número de proyectos de calles escolares que promueve la plataforma Cleancities. Lo hicieron a través del proyecto Laboratorio urbano para la movilidad escolar sostenible del Ayuntamiento y la Facultad de Educación del campus palentino de la Universidad de Valladolid (UVa), con la colaboración de la Fedederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (FAPA) Palencia.
Los colegios que participaron en esta quinta edición Calle para los Niños fueron Ave María, Jorge Manrique, Juan Mena, La Salle, Marqués de Santillana, Maristas, Modesto Lafuente, Padre Claret, Nuestra Señora de la Providencia, Sofía Tartillán, Tello Téllez e IES Virgen de la Calle (en la capital palentina), y Castilla y León y San Gregorio de Aguilar de Campoo, Ntra. Sra. Piedad de Herrera de Pisuerga y CRA Campos Castilla de Grijota. En conjunto, la actividad fue seguida por más de un millar de alumnos.
La jornada, que se prolongó a lo largo de todo el día, se desarrolló en los entornos de los colegios y en el parque El Salón. Por la mañana, los centros escolares salieron a las calles y parques cercanos para impartir algunas de las clases habituales o realizar juegos con el fin de evidenciar la necesidad de utilizar los espacios urbanos para el aprendizaje escolar. Por la tarde, junto con las familias, tuvo lugar una ruta en bicicleta por la ciudad para desarrollar después juegos, talleres y conciertos en El Salón.
uso pedagógico. Con la celebración de esta jornada se proponía ampliar el uso pedagógico de los espacios públicos con una doble perspectiva: vivenciar los aprendizajes escolares y transformar la vida de las ciudades. El intercambio de saberes en la calle, las plazas, los mercados, los soportales, los comercios locales o los parques aporta mutuos beneficios: conecta la escuela con el territorio, permite la aplicación de los contenidos curriculares, pone en valor los espacios urbanos sostenibles, desarrolla hábitos de ciudadanía responsable y contribuye a cuidar el espacio público. Se buscaba también reducir la contaminación de los entornos escolares eliminando los vehículos de las puertas de las escuelas y cortando las calles para el libre tránsito de la infancia en las entradas y salidas de los colegios.
Una calle escolar es una estrategia de cierre vial para restringir el tráfico motorizado y crear zonas para caminar e ir en bicicleta delante de los colegios, por lo menos durante las horas en que se deja y se recoge a los alumnos. Implementada por primera vez en Bolzano (Italia), en 1989, emerge ahora de forma más extendida como una intervención sencilla de bajo coste para reducir el uso de vehículos y fomentar los desplazamientos a pie o en bicicleta, a fin de mejorar la salud de la comunidad.