Antonio Álamo

Antonio Álamo


El plumero

02/11/2023

Se dice a menudo que la historia siempre se repite aunque la expresión es rechazable por inexacta puesto que las circunstancias, los hechos, las personas y los detalles están variando continuamente. A tal dicho se recurre con frecuencia,  quizá para explicar un acontecimiento de forma sencilla, cómoda y rápida, o tal vez para simplificar y ahorrar palabras, pero la utilidad que ofrece es relativa porque la comparación entre un hecho pasado y otro presente permite hallar muy pocas similitudes y nunca las suficientes para probar que existe una repetición exacta. Cuesta creer que sea posible. No obstante, si alguien la encuentra se habrá ganado la gratitud del planeta entero. El presidente del Gobierno –en funciones, por cierto- ha sostenido en público que defiende la amnistía en Cataluña por el interés de España y la convivencia. Y lo ha hecho argumentando que aquella región está lista para el reencuentro total. No es por nada pero en sus novelas de amor y encuentros y desencuentros Corín Tellado escribía lo mismo y, sin embargo, no podemos decir que la historia se repite ahora porque uno habla de reencuentro en público y otra lo mencionaba por escrito en una de sus novelas. Y no es lo mismo hablar que escribir. Pero hay otro ejemplo que ofrece coincidencias más interesantes. Madrid. Década de los 70. Residencia universitaria Fray Luis de León. Siete de la tarde. Reunión de la cincuentena de residentes. Lugar: el salón de lectura. Motivo: aprobar la lista de suscripciones a periódicos y revistas. A punto de acabar la reunión y aprobada la lista de periódicos, uno de los residentes se levantó y propuso que la residencia también se suscribiera al Playboy. Se aprobó por aclamación, como en el comité federal del Psoe ante la propuesta de su presidente. En el caso que nos ocupa la argumentación también fue la misma porque, tras sostener que Playboy tenía unos magníficos artículos de opinión situados en las páginas centrales, él añadió que lo pedía por el interés de la residencia y la convivencia. Como se ve, la historia se parece pero nunca se repite. Lo que sí se repite es otro dicho, este sí, preciso como pocos. Dice así: «Que se te ve el plumero». Luego, claro está, hace falta añadir un nombre.