Antonio Álamo

Antonio Álamo


Mediador

07/12/2023

Visto con sosiego el asunto del mediador entre partidos políticos parece oportuno admitir que a algunos ciudadanos quizá les resulte atractivo. En política ya sabemos que despierta pasión y que además provoca una bipolarización de la sociedad española como se comprueba observando las reacciones encontradas y los silencios, pero el atractivo está ahí y nadie lo puede negar. Que se admita o no es lo de menos pero por lo pronto hay que aceptar que esta fórmula además de ser muy útil en momentos de necesidad también tiene una aplicación práctica maravillosa en la que quizá no han reparado sus promotores. Y además es polivalente.
Veamos. Se produce en una reunión de familia -la cena de Nochebuena, por ejemplo- una encendida discusión a cuenta de los lugares donde se sentarán los comensales, son ya las doce de la noche y las viandas comienzan a llorar porque se han enfriado. No hay problema… se llama a un vecino cualquiera, lo traemos a casa, lo sentamos en lugar preferencial y le pedimos que examine el menú y revise las sillas por si alguna presenta un defecto estructural capaz de causar una desgracia a uno de los allegados. Por la misma razón los encargados de las cenas de empresa deberían recurrir a una figura así. Tales ágapes tendrían garantizado el éxito porque gracias a su mediación nadie se quejaría. Ni siquiera el atribulado organizador.
En el ámbito político tiene una utilidad que está ahora en auge. Pero las hay mejores. Antes o después habrá elecciones y tal vez algunos candidatos se dirigirán a los ciudadanos pidiendo el voto. No hay problema. Basta con responder por escrito al solicitante mediante un tarjetón manuscrito ¿el texto? Tampoco habría problema. Se recurre a la reciprocidad y al interés familiar… «Querido amigo, recibida tu solicitud no tengo inconveniente en concederte lo que pides. Es más, estaría encantado. Para ello te solicito un par de billetes de ida y vuelta en avión y una reserva de un mes entero en un hotel de cinco estrellas en las Seychelles. Todo pagado, claro. Del mediador ni te preocupes, no es justo lo que yo necesito, por mí, que siga en Ginebra o Bruselas. Y de la papeleta, menos todavía; es buenísima para envolver sardinitas. Recibe un cordial saludo».